Tuareg

La Comparsa “Tuareg” nace a la Fiesta en el año 1975, fue aprobada por la Comisión de Fiestas durante la Junta Directiva del 31 de Octubre de 1975, siendo D. Gonzalo Cortés Pérez y D. Rafael Martínez Ais, Presidente y Delegado respectivamente.

El color predominante en su traje es el azul, característico de la tribu del desierto africano que emulan con su nombre. La Primera Abanderada fue Dª. María Teresa Rodríguez Ferre y su Primer Capitán D. Fernando Valls Ibáñez. Su Bandera actual fue Apadrinada por D. José Vilaplana y Dª. Loli Martínez en el año 1991, el mismo año en que estrenaban la marcha “Inmohag” en la escuadra de la Capitanía.

 

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Este conocido y difundido apelativo corresponde a un pueblo interafricano de raza bereber, con abundante mestizaje de negros sudaneses, caracterizados por poseer estatura elevada, piel morena, ojos y cabellos oscuros.

Los escritores los denominaron “targa” en la Edad Media, situándolos en el sur de Marruecos y zonas centrales del Sahara. Resistieron culturalmente el empuje colonizador árabe, conservando su lengua y civilización, aunque hoy en día, el tiempo y la asimilación de distintos elementos étnicos, les han llevado a conservar tan sólo el uso de los velos azul o negro (litam), y su característico nomadismo. Formaron siempre confederaciones de tribus entre las que se diferenciaban claramente los nobles y los vasallos. Entre los grupos más importantes destacan los “ajjer”, “alaggar”, “ayr”, “ifora”, etc.

Aunque, como ya queda dicho, los tuareg como tal, conservaron su mundo, sus costumbres y su independencia durante la dominación árabe, su procedencia bereber los valida y hermana con guerreros conquistadores, que acompañaban a los ejércitos de Abd Al-Azid cuando conquistó o sometió a vasallaje estas tierras y colindantes, los hermana, como también tuvimos ocasión de ver, en las páginas históricas, con los colonos africanos que poblaron el Levante español y los hermana, finalmente, con los pueblos conquistadores, como los Almorávides, que ocuparon gran parte del territorio español en el siglo XII, incluido el nuestro.

El cine y la literatura ha creado un mito ampliamente difundido de este habitante de los desiertos que no resulta desconocido par nadie. Sus atuendos azules y sus ojos profundos nos remiten inmediatamente a ellos. Pero, en fin, sin duda los Tuareg como comparsa ibense, aun cuando les resultara interesante conocer algún dato respecto la procedencia de su denominación, de su filiación histórica, de su verosimilitud en la Fiesta, todo ello no deja de ser más que una información complementaria e incluso colateral.

Por sí sola, esta comparsa, grupo heterogéneo de distintas procedencias esta vez, se valida a sí misma, encuentra lugar en las fiestas ibenses y su influencia en ellas es palpable y notoria, no tan sólo por la cantidad, elevada de sus componentes, sino por su especial semántica e influencia cultural, por su contribución en la configuración de nuestro presente festero, a través de iniciativas como la gran presencia femenina en sus filas, sus Capitanías o la presencia abundante de personajes que han contribuido al desarrollo expreso de la vida festera.
Nombres propios como los del actual Presidente de la Comisión de Fiestas, Gonzalo Cortés Pérez, el exembajador, cabo de escuadra y omnipotente colaborador, Miguel Angel Masegosa Losa, el concejal delegado de fiestas Rafael Expósito López, al que tanto le deben las actuales fiestas, los capitanes Juan Román Vilaplana Torró y Juan Antonio Gisbert Alcaraz, que ocuparon numerosos cargos y dejaron su entusiasmo y sudor en muchas parcelas, también Ramón Mira Pina, Alcalde de Fiestas que introdujo la diagramación precisa de tiempos que hoy aún sirve para organizar los actos, Jezabel Cortés Sempere, José Vilaplana Verdú, Vicente Bernabeu Picó, José Picó Verdú, Luis Martí Fuster y un largo etcétera que, seguramente, merecería ser citado aquí, de contribuciones inestimables a los Moros y Cristianos.

Esta comparsa, como ya he mencionado, es el resultado del aglutinamiento de variopintos grupos, en 1975, casi todos jóvenes que, al finalizar aquellas fiestas, sienten tal inquietud. A finales de octubre se reúnen por primera vez en los locales del M.S.E.yO.P.

con el propósito de iniciar la singladura y establecer junta directiva, allí es ya donde se elige Presidente a Gonzalo Cortés Pérez y Delegado a Melchor Quesada Sola.

El día 31 de octubre siguiente, la Comisión de Fiestas aprueba la formación de la futura comparsa que aún carece de nombre. El día 10 del mes siguiente, el entonces Presidente de la Comisión de Fiestas, Salvador Miró Sanjuán, dirige una carta a los futuros Tuareg que concluye así:

“Ruego trasmitas a todos los entusiastas fundadores de esa Comparsa la felicitación y el aliento de toda esta Comisión y sin duda la mía especialmente, así como el sincero propósito de ayudaros en lo que pueda ser una más de las que ya son prez de nuestras tradiciones”

Aparte de los mencionados se eligen los siguientes miembros de la Junta Directiva: Rafael Martínez Aís, Antonio Ruiz Callado, Felipe Garrido García, Fernando Sanchís Ferrandiz, Juan José Martí Fuster, José Valero Felguera, Juan Manuel Gómez Gisbert, Vicente Rico Ibáñez y Juan Francisco Torró Ferre.

Tras manejar distintas posibilidades para proveer de nombre a la Comparsa, se elige el de Tuareg, conocidos como “los hombres azules del desierto”, y decidiendo ponerse manos a la obra con el traje y el resto de los elementos identificativos, teniendo en cuenta la descripción tradicional de estas tribus nómadas o seminómadas, según el caso.

Se diseña la bandera con un fondo color azul y la estrella de cinco puntas, con la media luna acostada en la base y la inscripción “Tuareg”, la cual fue donada por José Boronat Coloma y María Nieves Castejón Vilaseñor, simpatizante de la nueva comparsa. Fue bendecida el 6 de septiembre de ese año.

La primera Abanderada, fue una propuesta, al decir de ella misma, de José Rodríguez Zurita, el cual tenía dos hijos fundadores, recayendo pues el cargo, en su hija mayor María Teresa Rodríguez Ferre. Hacía su aparición llena de anécdotas y un tanto accidentada a lomos de un caballo.

Pero, regresemos de nuevo al inicio de las actividades de la naciente comparsa. El 21 de diciembre se efectuaba el acto de la “Creuá”, al que fueron invitados todos los miembros de la Comisión de Fiestas, amén de presidentes y delegados de las restantes comparsas.

El boceto del traje se debió al buen hacer de los pinceles de Olegario Bernabeu, preparándose un muñeco con el atuendo ya definido por Fina Mariel. La confección estuvo a cargo de Virginia Requena, aunque los Tuareg agradecen su contribución a otras personas como Eliseo Martí o Miguel Beneyto.

Tras la aprobación definitiva del traje, el sábado por la noche, día anterior a l’Avís, fueron convocados todos los componentes en los locales del M.S.E. y O.P. nuevamente, y con el fondo de una marcha mora se llevó a cabo la presentación para la comparsa. Para concluir con una cena y un pasacalle con la Banda de Sella.

Así, pues, los Tuareg aplazaban su aparición pública al mes de septiembre, habida cuenta que hasta ese tiempo no estarían todos los trajes terminados. Aunque, de cualquier modo, escasa ocasión de lucirlos hubiesen tenido en ese Avís, ya que una monumental tromba de agua, obligó a la suspensión del desfile vespertino y la procesión, sin embargo y a pesar de ello, hubo unos pocos valientes que iniciaron el acto desafiando los elementos.

Sea como fuere, el día uno de septiembre de 1976, en el Salón de Actos del Colegio Salesiano y tras unas palabras de su Presidente, la comparsa mostraba oficialmente su traje al público, en dos versiones, una de calle y otra más completa para los actos oficiales, se vestirían para la ocasión, los festeros Vicente Rico Ibáñez y Alejandro Beltrá Vilaplana. Consta de una túnica que cubre las rodillas, rallada de azul y blanco, ceñida por una faja roja, zapatos cuero azul y bolsa también de cuero con listas cruzadas y el emblema, se completa con un chaleco igualmente azul brillante. Para los actos oficiales se añade una capa azul acampanada y hasta los pies, con dos aperturas para los brazos y un turbante listado en blanco y azul.

El bautismo de fuego llegó la mañana del primer día de fiestas, donde aparecían ya escuadras completas, en ese acto denominado Diana Festera y que comenzaba a las 11 en punto del viernes, recordemos que en esos años la Entrada Mora se celebraba el sábado.

En la ponencia redactora de los estatutos que regirán la comisión autónoma de Fiestas, aparecidos el 18 de agosto de 1976, figura como ponente Gonzalo Cortés Pérez. En ese libro también se recoge como sede social Manuel Soler, 5.

Los Tuareg, a su vez, celosos observadores de la ortodoxia festera, se dotan de un reglamento dividido en tres capítulos y conciben una peculiar manera de estructurar su elevado número de componentes, 80 en el año de fundación, 120 diez años después, basado en la articulación de los distintos grupos que la configuran.

La lluvia parecía perseguir a esta comparsa, en el segundo año, 1977, con Sonia Sempere de Abanderada, la Entrada hubo de suspenderse momentáneamente y celebrarse por la noche, igualmente la procesión se aplazó hasta el domingo siguiente. Hay que reconocer, sin embargo, que, desde entonces, ya no hemos conocido la suspensión de ningún acto en fiestas septembrinas por motivo de lluvia. Los Tuareg conseguirían esa edición el premio a la mejor comparsa del bando.

Ya en 1978, con la elección de nuevo Presidente a Carlos Guillem Morant, establecen su local social en el antiguo Bar de la Viña, donde permanecería algunos años. Varias veces se verían obligados a mudar la sede, permaneciendo también varios años en el Pasaje Casa Eleuteria.

Le corresponde Capitanía por vez primera en 1980, asumiéndola Luis Fernando Valls Ibáñez, el cual escribió en el boletín editado por la comparsa: “En cuanto a la experiencia que yo viví durante ese año, os puedo decir que fue un año inolvidable, lleno de ilusiones y satisfacciones, también de un trabajo intenso y gozoso al mismo tiempo, porque cada consulta, cada viaje, cada reunión, es decir, cada paso que se daba era una emoción nueva”.

Algo que se dejaría traslucir de aquella Capitanía, sería, en primer lugar, la imagen de que era una obra de toda la comparsa, trabajada con más ilusión y entrega que con puro metal, y ya sería una característica que respirarían todas las Capitanías y todas las iniciativas. De hecho, el segundo de sus Capitanes, Juan Román Vilaplana Torró, también exclamaría: “Aunque sólo una persona se vistió de Capitán, era toda la Comparsa Tuareg en pleno la que capitaneaba el bando moro”.

Otra cosa, quizá más folklórica, pero muy vistosa, que ha caracterizado cada una de las Capitanías, desde la primera de ellas, son los grupos magrebíes, el primero procedía de Tánger, el “Groupe Dar Gnaova”. Tres componentes de la Junta Directiva y el mismo Capitán fueron allí a contratarlos, y el impacto fue tal, que otras poblaciones festeras dieron muchas vueltas para conseguir su contratación, perduran aún en nuestro recuerdo.

La vida de la comparsa siempre fue rica. La juventud de sus miembros hacía que hubiese una notable relación entre ellos y que resultase atractivo para los demás el acceder a ella. En la década de los 80, se solía celebrar una fiesta anual en una discoteca, en 1984 fue en el “Nou Garden”, para no perder contacto y recaudar fondos. La aceptación siempre fue masiva.

Con asistencia de la casi totalidad de sus componentes, se celebró un acto conmemorativo del X Aniversario, en el que se proyectó un vídeo recopilatorio de los más importantes pasajes, para después hacer entrega de regalos a personajes significados de la comparsa, así como a la Comisión de Fiestas y a cada una de las restantes comparsas como recuerdo del acto.

De la segunda Capitanía, en el año 1985, dije en la crónica: Una hora y media después de salir el Capitán Cristiano, arrancaba el Capitán Moro, metido entre una nebulosa oriental salida de las mentes y la ilusión de la comparsa, lo Tuareg establecieron dos colores básicos, el blanco y el amarillo para jugar con entornos, arcos, vuelos y flecos, con cientos de muchachos que llevaban meses preparando este momento y con un grupo de danzas marroquí que, de alguna manera, ha polarizado un poco las mentes de todos, con sus ritmos y su incansable simpatía prodigada igualmente durante los tres días.

Un tuareg iba a ser nombrado en 1989 Concejal delegado de fiestas, Rafael Expósito López, el cual habría de desempeñar varios años el cargo y con enorme transcendencia para la Fiesta.

En el año 1990, una escuadra de mujeres oficiales, hace su aparición en las filas de los Tuareg, sería el despertar de algo que alcanzaría una notable dimensión, puesto que es, junto a Maseros, la que más nutrido porcentaje tiene de mujeres en sus filas. Algo que provocaría un importante hito en la historia moderna de fiestas locales, habida cuenta que en l’Avís de 1981, por vez primera nuestros Moros y Cristianos, una cabo cristiana, María Seco por los Maseros, y una mora, Jezabel Cortés de los Tuareg, colgaban en sus pechos las escarapelas que las convertían en los mejores cabos del año festero, algo que, sin duda, dejaría atónitos a muchos y a lo que habrían de acostumbrarse, puesto que se trataba tan sólo del prólogo de otros muchos éxitos similares.

En el año 1992 era nombrado Embajador Moro, un jovencísimo miembro de la comparsa, Miguel Angel Masegosa Losa, aparte de ello, este componente, destacaría por su participación en emisiones radiofónicas de corte festero, junto con su oponente, el cide Ricardo Mora, los cuales contribuyeron extraordinariamente a divulgar el mundillo de nuestros Moros y Cristianos.
Con un poema alegórico, saludé la llegada de mi sustituto:

El rocío
se evaporó de los páramos
el jadeo de la tropa
más que jadeo es un estertor.
Si la angustia tiene voz
ese es su sonido.
La esperanza agoniza y muere
revolcándose
en los gemidos siseantes
de los chopos.
Las espadas de tus enemigos
coquetean con el pecho
de tus soldados
y unos jirones trémulos
son el espectro
de tus pendones.
Ni los párpados
acceden a sofocar tu angustia.
¡Ay! Que ya no le quedan lágrimas
que derramar al Islam.

Ese mismo año, el de 1991, celebran su XV Aniversario, justo, coincidiendo con su tercera Capitanía, asumida por José Antonio Gisbert Alcaraz, otro hombre extremadamente comprometido y de ilustres apellidos festeros.

Distintas iniciativas acometería la comparsa para celebrar tal efemérides, todas ellas concentradas en el 8 de septiembre, en plena celebración de la Novena. La primera de ellas, fue la bendición de una nueva bandera, por parte de Joaquín Enrique Abad Domenech, en nuestra Iglesia Parroquial y teniendo como padrinos a José Vilaplana Verdú y Dolores Martínez Vargas, su esposa, acompañados por la Banda de música Virgen del Remedio. Tras el acto se inicia un pasacalle que lleva a los invitados al Colegio Salesiano, donde se serviría un refrigerio.

Una vez concluido el refrigerio, se pasó al interior del teatro, donde se colocó la bandera en el escenario y se procedió a la presentación de lo que ellos denominaron: “Primera revista de la comparsa”, fundamentalmente hecha realidad merced al trabajo y dedicación de Vicente Bernabeu Picó, Gonzalo Cortés Pérez y José Picó Verdú.

La revista es un ejemplo de cohesión festera y un glosario de todas aquellas virtudes que pretendemos para los Moros y Cristianos, con aportaciones de distinta procedencia, entre las que se encuentran la del Alcalde y la del Presidente de la Comisión. Toda ella es un minucioso recorrido por los puntos neurálgicos de la historia de esta agrupación.

En palabras de Francisco Santonja Gisbert, Presidente, entonces, de la Comisión de Fiestas: “Precisamente sois los Tuareg quienes, desde vuestra fundación, estáis dando muestras de cómo debe hacerse y vivirse una Capitanía. Porque, llegado este momento, cada seis años, formáis una piña junto al Capitán y junto a la Junta Directiva. Porque desarrolláis una imaginación envidiable. Porque no os duelen las horas ni los trabajos de percha. Porque, durante todo el año estáis soñando con las incógnitas de ese septiembre que se acerca imparable…

… De manera especial me satisface la edición de esta revista, porque da la talla de una comparsa que tiene por asumido que la Fiesta continúa, además de la presencia en la calle, un fondo cultural importantísimo, capaz de cuidar y mimar la historia de la comparsa, en sintonía con el conjunto de la Fiesta de Ibi”.

Este Presidente de la Comisión, ese mismo año, concluía su mandato y era nombrado Presidente de la UNDEF, dándose la curiosidad de que, quince años atrás, el año fundacional de esta comparsa, otro ibense catalizaba e impulsaba con su vigor e inagotable fantasía, ese organismo que aglutina a todos los Moros y Cristianos conocidos: Salvador Miró Sanjuán.

El acto concluye con la presentación de la marcha mora “Imohag”, destinada a ser estrenada en la calle por la escuadra especial del Capitán. Después de un breve receso, la Banda de Música Virgen del Remedio de Petrel y el conjunto de xirimías y percusión “Colla de Terros”, dirigidos por Francisco Albert, interpretaría esta marcha, cuyo autor era el ibense José Chafino. Hubo de repetirse la marcha para dar por concluido tan bello acto.

Decía yo en mi crónica al respecto de la aparición en la Entrada de este Capitán: Juan Antonio Gisbert Alcaraz, sobresaliendo entre las adargas del desierto, sobre enormes andas, enmascarado en su emoción, arropado por una galerna de timbales y cajas, franqueado por un batería de cangilones, abrazado por una comparsa que se viene destacando precisamente, por su participación total y desinteresada en la preparación y materialización de sus Capitanías.

Ya sé que, aunque una pérdida irreparable, no se puede considerar evento extraordinario la muerte de alguien que, en su día, fue Abanderada, todas ellas lo hacen en un momento u otro. Los Tuareg, sin embargo, ese año, lloraron especialmente a una de ellas, porque había sido muy reciente, porque lo había hecho demasiado pronto, porque fue una tragedia familiar y porque su sonrisa aún flotaba en el ambiente.

María Amparo Reig Verdú, se fue cuando aún podía haber hecho y dicho muchas cosas. Sentirse cautivado por ella era fácil. Abrió la puerta de la fantasía suprema, la infinita e invisible, y se marchó con la música besándole cada una de las células de su cuerpo. La infatigable sed de volar con sus propios sueños, estaría dando luz a los amaneceres ensangrentados de septiembre, aún cuando era capaz de escucharse vivir precisamente cuando el sol se ocultaba.

A punto estuvo Jezabel Cortés de conseguir la Escarapela de plata, en la edición de este año, en la que fue segunda clasificada, precisamente le tuvo que ser arrebatada por el otro participante tuareg, agridulce paradoja, el recién nombrado Embajador Miguel Angel Masegosa. Lo que sí podemos afirmar, es que los Tuareg apabullaron, fueron primeros y segundos clasificados en ambos premios, cabo y escuadra.

Por segunda vez consecutiva, el año 1993, los Tuareg se erigen con el triunfo del concurso radiofónico de “La Trabucá”, concurso que venía captando la atención del censo festero, en las mañanas de los sábados a través de Radio Ibi.

El concurso conducido por el también tuareg, Juan Ramón Vilaplana, y sus habituales compañeras Raquel Bastida y Beatriz Eixerés, por segunda vez, también, celebran la final en directo y en la Plaça la Palla, sobre un templete erigido al efecto y ante un buen número de sillas, cuya nutrida ocupación era prueba evidente del interés levantado por esta iniciativa.
Por cierto, ese año, el que fue Presidente de la comparsa, Luis Martí Fuster y su hija Silvia, presentaban la Exaltación festera.

En el siguiente año, se produce un bautizo festero, no es el primero en Ibi, pero desde luego hacía mucho tiempo que no se producía uno. Se trataba del hijo del Concejal de Fiestas Rafael Expósito López que, acompañado por Capitanes y Abanderadas, cumplía su sueño al finalizar el Concurso de Cabos de Escuadra en l’Avís. El pequeño Carlos Expósito Muñoz, vestido de tuareg, se convertía así en el festero más joven de la localidad.

El entusiasmo y la dedicación de este Concejal, sería determinante para que el Ayuntamiento, en sesión celebrada con carácter ordinario el 30 de mayo de ese año acuerde: Autorización uso del inmueble sito en la Plaça de la Iglesia, nº 3, a favor de la Comisión de Fiestas de Moros y Cristianos. Especificando después: Esta situación de interinidad o incertidumbre pensamos que debe desaparecer en favor de asegurar la continuidad de una de las tradiciones de mayor raigambre y permanencia en nuestro Municipio, como lo son nuestras queridas Fiestas.

Jezabel Cortés Sempere, recibía la “Escarapela de plata”, al haber obtenido en tres ocasiones el primer premio del Concurso de Cabos de l’Avís, convirtiéndose de este modo en la primera tuareg y por ende la primera mujer festera que obtenía tal distinción. Se le impuso el correspondiente galardón en la Exaltación festera de 1994.

Un año después, el que fuese primer Presidente de esta comparsa que, como veremos con posterioridad, aún no había concluido su trayectoria festera, era nombrado Festero de Honor.
Con motivo de la inauguración del Casal Fester, la Comisión de Fiestas concede la insignia de oro al Ayuntamiento de Ibi, recogida por su Alcalde, y la de plata, al Concejal de Fiestas, Rafael Expósito López, como ya indicaba anteriormente, uno de los artífices de logro tan extraordinario.

Los Tuareg están de moda, Gonzalo Cortés Pérez, con su reciente nombramiento, quizá, se ha convertido en su más emblemático componente. Habría de demostrarse tal afirmación, cuando finalizaba la anterior presidencia de la Comisión de Fiestas, al presentar a su vez, la candidatura a este cargo. El día 11 de diciembre se reunía la Junta Electoral bajo la presidencia del Alcalde y proclamaba cinco candidatos: Vicente Barrachina Martínez, José Antonio Moya Verdú y Vicente Tamarit Ruiz, de la Comparsa Argelianos, Miguel Beneyto Martí, de los Almorávides y el mencionado Gonzalo Cortés.

El día 20 de enero se reunía la Asamblea Extraordinaria de la Comisión de Fiestas en el salón de Actos del Ayuntamiento, presidida por la Junta Electoral y con un sólo punto del orden del día: “Elección de Presidente de la Comisión de Fiestas de Moros y Cristianos”.

De los 99 votos emitidos, 79 fueron favorables a Gonzalo, el cual juraba el cargo el 16 de febrero del año siguiente, sus palabras en la Salutación de la revista de fiestas, serían todo un planteamiento de principios:

“Unamos las realidades y secuencias pasadas con las futuras, para que lo venidero encuentre una fuerza potenciadora desde lo anterior”.

En la edición de 1995 y en la de 1997, vuelven a ser la mejor comparsa de su bando. Se hace entrega a Miguel Angel Masegosa de su Escarapela de plata en la Exaltación festera de 1996, entrando a formar parte de ese reducido grupo que hicieron de esta función, un arte y una creación personal, una forma de ofrecer al público un buen pedazo de amor por la Fiesta, ya que sin sentirla es imposible dibujar en el aire todo ese mosaico de embelesantes gestos.

Ese mismo año, se daría un importante y trascendental acontecimiento en la, ya más numerosa comparsa de Ibi, la inauguración de una nueva sede en la calle Les Eres, nº 9, que por su trasera ocupa también la casa ubicada en Vicente Pascual, nº 4.

Su anterior sede hubo de ser desalojada en noviembre de 1995, domiciliándose momentáneamente en el local social “dels Gelaors”. La junta asesora compuesta por veteranos, da el visto bueno a la habilitación de las dos casas mencionadas. En mayo comienzan las obras, había que moverse aprisa para concluir en el mes de septiembre. El presupuesto inicial de millón y medio se convirtió en seis y medio.

Con la ayuda de muchos miembros de la comparsa, sin importar vacaciones ni incomodidades, se habilita una barra de bar para “facilitar” los trabajos, y la preparación de las fiestas mayores se gesta entre polvo de yeso y ladrillos.

A las 6 de la tarde del día 6 de septiembre, tres horas antes de la inauguración, aún había pintores, albañiles, electricistas, fontaneros y carpinteros trabajando. Había que limpiar. Por fin, en el momento esperado, como si jamás hubiesen existido todas esas horas de esfuerzo y sueño, como si todo hubiese sido fruto de un pase mágico, cada cosa estaba en su sitio. Nadie lo hubiese dicho apenas unas horas antes.

Los Tuareg se convertían en la primera comparsa en poseer una sede en propiedad. Además de la decoración de ambiente moruno, existen salas decoradas con motivos alegóricos a la historia de la comparsa, abanderadas, capitanes, etc.

Habló el Presidente de la Comparsa, el de la Comisión, a la sazón miembro de la misma, el Alcalde y la bendición del cura párroco, con un vino de honor al término de todo ello.
La labor enconada de varios meses de unos miembros de la comparsa y la aportación económica de otros, había hecho posible el sueño.

Los números que configuran la estadística de la Entrada de 1997, son los siguientes: 7 escuadras femeninas con 96 mujeres, 10 masculinas con 130 hombres, 79 personas en boatos, un total de 305 integrantes, con 13 bandas, 7 caballos y 13 carrozas.

En el año de la Capitanía que había sido asumida por Manuel Blázquez Moraleda, la última que tendrá la comparsa en el siglo, el día 9 del mes de septiembre, celebraban un acto que denominaron “Exaltación del Capitán Moro”. Su eje fue un concierto de la Unión Musical de Ibi, incluyendo temas como “De las Alpujarras al Moncayo”, escrita por el recordado maestro José Viudes Sevila, y la presentación de la marcha “Manolo Tuareg”, escrita por el joven autor local Jaime Agulló Sánchez.

En la Entrada, Manuel Blázquez, acompañado por su esposa, aparecería erguido sobre el corazón de una gran flecha dorada con múltiples puntas, como los incontables caminos emprendidos por los seguidores de las doctrinas coránicas.

Los colores característicos de la comparsa; blanco, azul y negro, son el alma estética de esta multitudinaria exteriorización de Fiesta. Casi hora y media consumó el desfile de sus numerosos componentes.

Un luctuoso acontecimiento, iba a estremecer a los Tuareg el año 1998, al fallecer por variadas circunstancias tres miembros de la misma a temprana edad: Luis Carlos Vives Soto, Juan Francisco Torró Ferre y Antonio Rico Carretero. Un “In Memoriam” conjunto aparecía en la revista de fiestas, con la despedida emocionada de su comparsa: “Cuando sintamos este año la llamada de nuestra Fiesta, mediante el sonido característico que emiten las campanas de la Iglesia de la Transfiguración del Señor, todos sabremos POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS”.

En 1998 fue Abanderada la hija del Presidente de la Comisión, la que fuese Escarapela de plata, Jezabel Cortés, años atrás lo fue también su madre. Recibió naturalmente el soporte personal de muchos miembros de la Comisión de Fiestas, aparte de amigos y compañeros, como ya es usual. Estrenó una marcha que llevaba su nombre, compuesta sobre la partitura del “Lago de los Cisnes” de Tchaikovski, con una hermosa carroza que reproducía dos de estos animales y el ballet “l’Ambaixá”, realizando una recreación de esta bella pieza. Se dio la circunstancia de que le acompañaba una escuadra, a la que aparte de sus familiares, entre los que se encontraba el Presidente de la Comisión, formaban todos los Capitanes de esta comparsa hasta la fecha. Decía un folleto difundido durante el desfile: Hemos querido conjugar el lago, el fuego, la música, los cisnes…

Los últimos años, desde 1993, se viene ubicando el zoco en el Carrer Les Eres, en el antiguo edificio de “Payvasa”, convenientemente decorado y habilitado. Durante los primeros años de su emplazamiento, la Comisión de Fiestas celebraba allí la cena precedente a la inauguración oficiosa del alumbrado, aquel mencionado año era un 31 de agosto.

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