Finalizadas las fiestas de 1991, un grupo de jóvenes festeros deciden crear su propio espacio festero, e iniciar los trámites para la creación de una nueva comparsa abierta, alegre y respetuosa.
Como resultado de varias reuniones en el Centro Social y Polivalente, el 29 de septiembre de 1991, se presenta escrito a la Comisión de Fiestas, avalado por la nada desdeñable cantidad de 48 firmas, en el que se solicitó la creación de la nueva comparsa, depositándose para ello un depósito-fianza de 100.000 pesetas. El primer capitán fué D. Enrique Montesinos Gozalbo.
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El vocablo “mudéjar”, culturalmente asimilado a un ideal de belleza, fundamentalmente para aquellos que tuvieron la fortuna de visualizar objetos o visitar monumentos, de los bautizados con tal acepción, procede del árabe “mudajjan” o “aquel que recibe permiso para quedarse”. Los cronistas musulmanes de la época se refieren a ellos como “d’ahl ad-dajn” o “grupo musulmán sometido por un pacto”.
En resumidas cuentas, nos referimos a los árabes que permanecen en tierras sometidas por los reyes cristianos, más adelante en el tiempo, sin tener una época precisa que delimite el cambio, se conocerán como “moriscos”. En el tiempo que nos ocupa, los cristianos los denominan “sarracenos”, o simplemente “moros”, vocablo de connotaciones relativamente menos despectivas que aquel otro.
Xátiva es el centro de mayor importancia de la región. La presencia mudéjar en la Foia de Castalla desaparece durante el siglo XIV. Cuando hablamos de zonas circundantes, las más cercanas con tal presencia son los valles de Laguart, Alcalá, Gallinera, Pego, etc.
Este nombre evoca claramente la población autóctona que se encuentran las tropas de Jaime I, durante los primeros tiempos de la conquista cristiana. El criterio de los monarcas aragoneses sería el de conseguir la coexistencia de ambas culturas, tal modelo político es denominado “dhimma”.
Los mudéjares se agrupan en aljamas o grupo de morerías. El gobierno es facultad de un consejo, cuyo máximo dirigente es el qu’d, distinto del cadí que es el jefe religioso. En las páginas de historia local, podemos conocer algunos ejemplos del funcionamiento del consejo de ancianos que gobernaba la aljama ibense.
Precisamente, solemos decir que nuestras fiestas conmemoran y son originadas por las luchas que se producen, entre los mudéjares sometidos de la zona al mando del mítico Al-Azrac y la nueva gobernación aragonesa, las cuales, como ya tuvimos ocasión de ver, se produjeron fundamentalmente alrededor de 1255 y 1276.
Se ha dicho repetidamente que la morería ibense fue asimilada al nuevo orden en el año 1255, por mediación del pacto suscrito por el antiguo rey almohade de Valencia, Ceit Abu-Zaid, el cual toma posesión de la Foya de Castalla, pero el rey temeroso de que por el carácter fronterizo de este territorio, se encuentre insuficientemente custodiado, provoca el pase de toda su extensión a dominio real.
Los cristianos de Alcoy saquean a los mudéjares ibenses, también hacen lo mismo los almogávares durante la segunda insurrección, a pesar de que el monarca ha ordenado explícitamente que no se haga daño a esta morería. Durante el año 1276, finalmente, mudéjares afincados aquí, acuden a repoblar otras tierras más o menos cercanas, confundiendo Hinojosa la información y ofreciéndola al contrario.
Es clara y evidente, la verosimilitud histórica de esta comparsa. En la revista de fiestas de 1996, ella misma aborda de este modo la crónica de su fundación:
Finalizadas las fiestas de 1991, un grupo de jóvenes festeros deciden crear su propio espacio festero, e iniciar los trámites para la creación de una nueva comparsa abierta, alegre y respetuosa.
Como resultado de varias reuniones en el Centro Social y Polivalente, el 29 de septiembre de 1991, se presenta escrito a la Comisión de Fiestas, avalado por la nada desdeñable cantidad de 48 firmas, en el que se solicitó la creación de la nueva comparsa, depositándose para ello un depósito-fianza de 100.000 pesetas.
Tal escrito se incluye en el orden del día de la Junta de Gobierno que tienen lugar el 12 de octubre siguiente, la cual, por cierto, tuvo por marco también el Centro Social y Polivalente. En tal reunión se presentan el informe preceptivo del Asesor Artístico y el complementario, realizado por mí, con lo que queda aprobada la fundación.
Rosa Berbegal Colomina aceptaba la responsabilidad de convertirse en primera Abanderada de los futuros “Mudéjares”, los cuales convocan ya el primer acto oficial que sería su “Creuá”, el día 13 de noviembre, con comida y posterior pasacalle.
El 5 de diciembre, se cursa un escrito a la Comisión de Fiestas, notificando la composición de la Junta Directiva, la cual había sido elegida por asamblea de todos los miembros. Los cargos más significados eran Pedro García Becerra como Presidente, y Enrique Berbegal Sarabia como Delegado.
El Acto de Presentación de Cargos previo a l’Avís que tiene lugar el 30 de abril, incluye la presentación del traje oficial, confeccionado por José Moiña, conocido artesano festero alcoyano. Dándose la curiosa circunstancia de que este acto estaba presidido ya, por el recién elegido Presidente de la Comisión de Fiestas, Enrique Montesinos Gozalbo, miembro fundador de esta comparsa.
Para elegir el traje de la comparsa, se habían presentado varios bocetos diseñados por Alberto Vilaplana Santonja (componente de la comparsa), y María Luisa Esteve. Después de un primera reunión, se acordarían los aspecto básicos del traje, tomando ideas de ambos diseñadores y ya, realizando María Luisa Esteve una boceto definitivo, bajo las indicaciones de la comparsa.
Tras el traslado de la Mare de Deu xicoteta, desde el Asilo San Joaquín a la Iglesia de la Transfguración del Señor, los Mudéjares bendicen la bandera, la cual había sido confeccionada y donada por Encarnación Ferrer Burgos, siendo sus padrinos Evangelina Ferrer Burgos y Enrique Berbegal Sarabia. La Banda de Música de Agost, contratada por los Mudéjares para tal acontecimiento, hubo también de hacer el traslado de la Virgen, habida cuenta de que la Unión Musical se hallaba en Sevilla desfilando en la Expo.
La bandera, pues, como resultado de ello, pudo desfilar en la Entrada de l’Avís, a hombros de su Abanderada y acompañada por un traje de la comparsa. El exalcalde de Fiestas, Ramón Mira Pina, vistió el traje mudéjar en aquel acontecimiento que la Fiesta ofreció en la capital del Guadalquivir, realizando una importante labor organizativa del desfile allí celebrado.
El año inicial de una comparsa es realmente dificultoso, recuerden lo narrado en la mía y que yo sufrí en propias carnes. Pero tales dificultades habrían de verse maximalizadas con una tremenda crisis interna, originada principalmente por la problemática derivada de la confección del traje. Hubo de solicitarse también un crédito para abordar una rápida solución de todas las obligaciones contraídas. La Comisón de Fiestas se vio obligada a intervenir para mediar en el conflicto, el cual, finalmente, provoca la dimisión del Presidente y de la Abanderada, su esposa. Debiendo asumir el compromiso de la presidencia Evaristo Hita de la Plata y el de Abanderada Elena Mira Valero, quien, a pesar de la premura y el tiempo escaso, llevó con extraordinaria dignidad el bellísimo cargo.
La confección de los trajes, a la postre, sería asumida por María del Pilar Parra. Fueron totalmente renovados y el crédito liquidado, de forma que hoy, podemos afirmar que se proyectan clara y diáfanamente hacia el futuro.
Recordemos aquella primera aparición, cerrando la Entrada mora, como es preceptivo, con sus antorchas humeantes, como encerrados en una nube de color, refulgente, tal cual un arco iris que pugnara por escapar de las sombras que ya cubrían la población. Todo el público quedó cautivado por este espectacular nacimiento que, así, venía a enriquecer nuestros Moros y Cristianos.
Pero detengámonos brevemente en el traje. Presenta formas clásicas en la concepción habitual de los atuendos de la época, es muy apropiado para la comparsa de que se trata. Túnica hasta cubrir la rodilla, predominando el color granate, muy identificado, por cierto, con la ornamentación del arte mudéjar. Tela damasquinada con dibujos también mudéjares que, en su parte superior, cubre un chaleco. Capa blanca y correaje ciñendo la túnica. El turbante es ancho y tiene un aplique metálico central tipo casquete coronado por una luna
El zoco en ese primer año se encuentra en la Avda. Juan Carlos I, local donde ahora se encuentra un de esas populares tiendas de “todo a 100”. La explosión de júbilo producida por haber conseguido llegar al final venciendo las dificultades, es, como consecuencia, realmente extraordinaria.
En los años 1992 y 1994, obtienen el premio que da la Comisión a la mejor comparsa en la Entrada.
Como ha sido usual en el resto de comparsas, vale la pena recalar en los personajes festeros más notables de cada una de ellas. En el caso que nos ocupa, encontramos a Enrique Montesinos Gozalbo, quien, en el tiempo que sale elegido Presidente de la Comisión de Fiestas, está integrado en las filas de los Chumberos, pero no es menos cierto que, en la fecha de concesión del Ayuntamiento del inmueble sito en la Plaça de la Iglesia, 3, conocido como “Casa de los Pérez”, a fin de ubicar allí el “Casal Fester”, ya es mudéjar, como lo son también otros miembros de aquella Comisión de Fiestas, tal es el caso del Tesorero, Nicolás Guilló Martínez.
Pero recordemos tan importante acontecimiento para los Moros y Cristianos. El acuerdo fue tomado por el Ayuntamiento el 30 de mayo de 1994, se abría como consecuencia de ello, una época de trabajo, de “tiras y aflojas”, a fin de que hoy, nuestra entidad, Comisión de Fiestas de Moros y Cristianos, tuviera una sede, con toda seguridad, de las más bellas y emblemáticas del ámbito festero.
Comenzaba a notarse la nueva incorporación en la vida festera de la villa, de hecho en 1995, ganan el concurso de “La Trabucá”, con el equipo formado por Miguel Angel Giner Martínez, Pablo Navarro Moltó y Antonio Blanes Verdú, recibiendo el galardón en el acto de la Exaltación Festera, también en el siguiente año y tras una reñidísima pugna con los Chumberos, ganadores de varias ediciones, lo obtienen ante los ojos de un nutrido grupo de espectadores, habría de ser el último concurso celebrado con estas características. También obtendrían en 1994 el campeonato de fútbol sala. Ignacio Peydró Seguí obtiene tres años seguidos el campeonato de dardos y Francisco Verdú Beviá en 1994 el de chinchón. Las cuentas de los festeros, están en manos de miembros de esta comparsa desde 1992, no en vano Nicolás Guilló Martínez, sería Tesorero de la Comisión hasta 1995, y en ese año, tomaría el relevo Pablo Navarro Moltó.
Es bien cierto que debemos imputar al conjunto de la Fiesta de Moros y Cristianos, el mérito por haber obtenido el Museo de la Fiesta y el Casal Fester, ambos logros inaugurados en el mismo año, el primero el 13 de mayo, el segundo el 6 de septiembre, pero la historia, nuestra historia de Moros y Cristianos y la que nos hable de Ibi, siempre referirá que el mayor logro de las últimas décadas para aquellas, vino a conseguirse bajo la Presidencia de Enrique Montesinos Gozalbo.
Recordaremos, los que lo hayamos vivido, aquel tirón que descubría la placa del Museo y el concierto posterior de la Unión Musical, llenándose de público la Plaça l’Esglèsia, recordaremos también, cuando al finalizar el pasacalle oficial de la Unión Musical el Primer Día de Novena, se formaba un cortejo de autoridades y gentes de la Fiesta, que abría las puertas al futuro de nuestros Moros y Cristianos. En ambas ocasiones, Alcalde y Presidente, nos dedicaron sentidas palabras, como éstas, pronunciadas por el segundo: “Que sea un patrimonio de todos y un punto de encuentro que sirva para potenciar nuestra Fiesta”.
En el mes de noviembre de 1995, los Mudéjares inauguran su sede social en la Plaça la Palla, en el local de las antiguos billares bajo el Bar Ideal, y en el mismo día de su “Creuá”. Se logra de este modo, un lugar donde conservar su patrimonio, quizá exiguo aún, pero que lleva visos de acrecentarse con el paso de los años.
Asimismo y a partir de esa fecha, se organizan cenas con periodicidad mensual, con el propósito de motivar y mantener el espíritu fraternal que debe imperar e incrementarse en el seno de la agrupación. Ese año recibían, además, un incremento de un 20% en la cifra de sus socios, con lo que se consideran totalmente consolidados y orgullosos por el camino recorrido.
La introducción de los Mudéjares en la Fiesta de Ibi, y la diferencia en años, hasta que llega su comparsa refleja en el bando cristiano, que habrían de ser los Templarios, motivaría un ácido debate ante la proximidad de la Capitanía, o mejor debiera decir, una importante polémica, a raíz de la problemática derivada por los emparejamientos seculares de las comparsas.
Desde el año 1947, año fundacional de los Piratas Berberiscos, los bandos se encuentran totalmente igualados, hasta tal punto que en el año fundacional de Beduinos y Almogávares, en 1964, el criterio de los dirigentes festeros, es que no se pude proceder a la fundación de una comparsa en un bando, si no se promueve también una fundación en el otro. Los años y la aparición de los estatutos emanados de la creación de la asociación independiente, Comisión de Fiestas, en 1975, hace que se varíe ese criterio. No obstante, existe una convicción, si no expresa, cuando menos tácita, de que los bandos deben tender a esa igualdad, esto se sustancia con la obligación de que, cuando se produce una fundación en un bando, obliga a la siguiente que pretenda fundarse, a hacerlo integrada en el bando contrario.
No obstante todo ello, la cercanía temporal entre Tuareg y Cides y, posteriormente, Almorávides y Mozárabes, incitó a provocar tal emparejamiento, ya que se trataba de atrasar o adelantar un año, según el caso, la rueda de Capitanía.
Pero Mudéjares y Templarios, con cinco años de diferencia, producen la imposibilidad de llegar a una solución de compromiso, ya que se trata de retrasar una Capitanía en puertas o, prácticamente, provocar la de una comparsa recién fundada con efecto inmediato, ambos casos solución extremadamente traumática. Sin embargo, gran parte del censo festero, fundamentalmente las más antiguas comparsas, eran partidarias de una solución de ese tipo, antes que romper un emparejamiento de décadas.
El dos de abril de 1995, a petición de los Mudéjares y del equipo de la Comisión, se provoca una reunión del Consejo Asesor con este tema, finalmente y ante la, aún no consumada fundación de los Templarios, el daño probable que un solución nociva pudiera inferirles, la necesidad de romper la normativa estatutaria referente a la rueda de Capitanía, regulada desde la publicación del Reglamento Festero de 1946, y adoptada por las posteriores reglamentaciones, el Consejo Asesor se muestra partidario de ceñirse escrupulosamente al contenido de los estatutos. La Comparsa Mudéjares, como consecuencia de ello, acometería su Capitanía, desde la Vuelta al Castillo en 1997, quedando emparejada con los Mozárabes, mientras que los Templarios, comenzarían por el final sin derecho a “Cop”, como es preceptivo.
Solución ésta, bien es verdad, que no ha satisfecho a todo el mundo, no fueron pocos los que sintieron perjudicados unos principios tradicionales, adquiridos por un derecho consuetudinario a lo largo de media centuria. Al fin y a la postre eso es una tradición, un hecho, una iniciativa, una acción que se convierte en costumbre y se adopta como manifestación cultural de un colectivo.
Ese año de 1997, los Mudéjares ya desfilaban con 3 escuadras femeninas, con un total de 48 mujeres, 5 masculinas con 61 hombres, todos ellos acompañados por 6 bandas, 2 caballos y 1 carroza. Consiguiendo el premio a la mejor del bando moro. Asumiendo el compromiso de la Capitanía el mencionado Enrique Montesinos Gozalbo.
La Unión Musical de Ibi le dedicó en la Exaltación Festera, la pieza “Mudéjares”, mientras que yo escribía en la revista de fiestas su semblanza, de la que he elegido estas palabras: Enrique tiembla y ríe con los pequeños momentos sublimes que se encadenan en la Fiesta, por eso la felicidad en él no es eco ni consecuencia, es una sustanciación. Es uno de los que consiguió que sus sueños se vistiesen de largo para hacerlo más grande.
La Capitanía Mora de 1998 fue un éxito de participación de la comparsa, en su realización y en la preparación de la misma. Desde la Entrada a la celebración de cada acto se apreció la estrecha vinculación entre sus miembros, y el cariño que en ello habían puesto. La Capitanía, primera en su historia, verdadera prueba de fuego y demostración fehaciente de que la configuración de la comparsa y su periplo iniciador, de ese modo quedaban totalmente consumados.
En la Entrada reparten un comunicado al pueblo que define el boato presentado, el cual se distribuye en varias partes, la primera “Batalla y Conquista”, la segunda “La Corte”, que terminará con el paso de los fieles Emires del Capitán, entre los que, por cierto, se encontraban muchos antiguos compañeros de la Comisión de Fiestas, y en tercer lugar, según decía tal folleto: Lujosos estandartes abrirán la tercera parte de nuestro boato, dedicada al gran protagonista de la tarde, el primer CAPITÁN MUDÉJAR, donde la fantasía, la belleza de las mujeres y de sus bailes, el contraste de colores, la música… …darán paso a la majestuosa carroza de Enrique Motesinos Gozalbo, quien precedido de sus familiares tomará las calles de Ibi…”
En fin, los Mudéjares, siguiendo en parte lo expresado por mí en la crónica, expresaban en su boato la riqueza y diversidad cultural que los caracterizaba. Minaretes, actividad palaciega, referencias gremiales, etc. Sus dos hijos aparecían en una simpática carroza que representaba un columpio. La participación de la comparsa, según queda dicho, y de la familia del Capitán, fue verdaderamente notable. Enrique Montesinos estrenó la marcha mora “Lawrence Arabia” en Ibi, interpretada por la Banda de Onil, compuesta sobre la estructura de la pieza que lleva su nombre. La Verdad decía en titulares: El Capitán Moro recreó en su boato la diversidad cultural de los Mudéjares.
También hice incapié en tal crónica, del comentario que me dirigió este Capitán, aún con la cara tiznada, en el sentido de que esta experiencia era una de las más grandes, sino la más, que había vivido, y que, el disparo, por sí sólo, ya merecía todo el trabajo y el sacrificio que fuese necesario.
En el presente año, asumirían el primer “Cop” Ramón Giner Picó y José Guillem Domenech, con ello se cerraba el ciclo de pólvora y fuego, la rueda de capitanía, razón misma del periplo festero.
CAPITANES:
1998 Enrique Montesinos Gozalbo
2005 Jaime Jover Belmonte
ABANDERADAS:
1992 Rosa Berbegal Colomina
Elena Mira Valero
1993 Mónica Ibáñez Carbonell
1994 Obdulia Vilaplana Vilaplana
1995 María del Pilar Parra Díaz
1996 Rosa María Jurado Escudero
1997 Isabel Vanesa Gázquez Galera
1998 Yolanda Venteo Climent
1999 Nuria Flores Masegosa
2000 Inmaculada Vilar Serrano
2001 Aida Montesinos Mira
2002 Esther Valls Muñoz
2003 Loli Castelar Sanchez
2004 Sara García Sanchez
2005 Mónica Ibañez Carbonell
2006 Encarni Carricondo Sánchez
2007 María Carmen Diaz Ortega
2008 Raquel Cespedosa Pozo
2009 Sonia Serrano Gonzalez
2010 Alicia Álvarez Serrano
COPS:
1999 Ramón Giner Picó
José Guillem Domenech
2006 Victor Fernando Vilaplana Molina
Ramón Verdú García
PRESIDENTES:
Pedro García Becerra 1992
Evaristo Hita de la Plata 1992/93
José Enrique Berbegal Sarabia 1994/95
Luis Montesinos Gozalbo 1996/97
Pablo Navarro Moltó 1998/99
Miguel Angel Pérez Vicedo 2000/03
Santiago Valero Peydro 2004/05
Francisco Poveda Mico 2006/07
Jose Enrique Berbegal Sarabia 2008/09
Jaime Jover Belmonte 2010
DELEGADOS:
José Enrique Berbegal Sarabia 1992/93
Antonio Barrachina García 1994
Jaime Jover Belmonte 1995
Angela Ortiz López 1996/97
José Guillem Doménech 1998/99
Javier Bornay Bornay 2000/01
Julian Garcia Guillém 2002/03
Santiago Barrachina Sanjuán 2004/05
Antonio Seco Satoca 2006/07
Fco Luis Santonja Pascual 2008/09
José Brotons Soldado 2010
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