La Comparsa “Chumberos” nace en 1929, después de que la Fiesta de Moros y Cristianos viviera una crisis profunda en nuestra localidad, en la que iban a desaparecer las antiguas Comparsas del siglo XIX. D.
José Verdú López trajo una chilaba de Marruecos que sirvió de modelo para el traje inicial. La Primera Bandera fue regalada por Dª. Amparo Lloret, la cual desempeño el cargo de Abanderada, nada menos que durante siete años. Durante 35 años desempeño el cargo de Presidente D. Francisco Rico León. Se viene admitiendo que el “Juicio Sumarísimo y Fusilamiento del Moro Traidor”, acto que personaliza a la Comparsa y que tiene lugar la mañana del domingo de Fiestas, fue incorporado a la Comparsa, procedente de los “Moros de la Manta”, por el “Tío Quico el Curt”.
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Con cierta extensión en mi primer libro y puntualmente en las otras comparsas que precedieron a ésta, me he referido a los años de depresión de nuestra Fiesta durante la década de los veinte, con la desaparición de todas las comparsas que nos habían llegado del siglo pasado, unas por considerarse anacrónicas y en la mayor parte de los casos por simple extinción. Los Argelianos ya habían iniciado su andadura.
En el año 1927, como siempre suelen iniciarse estas cosas, una reunión de amigos provoca la iniciativa de participar en aquellas decaídas fiestas, para lo cual alquilan un traje en la vecina Alcoy y cumplen con su propósito. La experiencia debió resultarles altamente grata y estimulante porque, a continuación, se proponen iniciar la aventura de fundar una nueva comparsa.
Ramón Payá, uno de aquellos fundadores, propone un nombre relativamente anacrónico y, eso sí, muy pintoresco, pero que, al parecer, les evocaba el perfume llegado del lejano y, a la vez, tan cercano Magreb, un perfume a tierra calcinada, a márgenes de verdes plomizos y sol tórrido, a piedras descarnadas batidas por un aire viajero que parece arrancar sordos gritos de fuego a la garganta del planeta. Una evocación sensual ligada a nuestro acervo cultural, que siempre nos acompañó como parte misma de nosotros.
Quizá en la mente del proponente, estaba el joven estado marroquí, antiguo protectorado, en apasionada relación permanente de amor y guerra con nuestro país, el cual había inspirado en el ámbito de la Fiesta y en otras poblaciones, nombres concretos de comparsas, como es el caso de “Riffeños”, “Marruecos”, “Marroquíes” o “Marrocs”, etc., así como también una pléyade de nombres alusivos como “Tapiadores”, “Artistes”, “Bacora”, “Carceler”, entre los que se puede encuadrar o clasificar el que nos ocupa, que, aun sin identificar una etnia o grupo definido, son semánticamente familiares o simplemente relacionados. Hay, incluso, nombres o apelativos de “argot”, como pueden ser los famosos “Pacos” de Muchamiel o San Vicente del Raspeig, que es cómo nombraba la gente en acepción popular, a los marroquíes que luchaban contra nuestras tropas a mediados del siglo pasado, o principios de éste.
Al fin y a la postre, Marruecos está, además, íntimamente ligado a nuestra historia y cultura. Heredero de la tradición bereber, cuyos antepasados, trece centurias atrás, habrían poblado o mejor, colonizado, nuestras tierras levantinas, y dejado su impronta en nuestra cultura, nuestra tradición y por supuesto, en nuestras fiestas.
No podemos olvidar que nuestros abuelos miraban implantar sus establecimientos de helados en aquellas ciudades norteafricanas, evocadoras y siempre intrigantes que ejercieron, gracias a nuestra interrelación con aquella cultura, una especial fascinación para el habitante de estas tierras.
Los nombres que se conservan de fundadores son: Francisco Rico León, Bernardo Coloma García, Ismael Payá Rico, Nicolás Payá Jover, Joaquín Payá Signes, Luis Cortés Vicent, Raimundo, Ramón y Artemio Payá Rico, Joaquín Verdú (el tío Chimo del Corralet), Ezequiel Payá, Francisco Descals Aracil, Román Torró Verdú, Francisco Gómez (el Curt), Antonio Navarro Sanjuán (hermano de Quico Boqueta), Carlos Sanjuán (Pallús), y Francisco Valero (Cardenal).
Es difícil saber a ciencia cierta quién fue el primero en realizar este acto que, quizá un tanto alegremente ha atribuido el reputado historiador a nuestra vecina lo calidad, pero lo cierto es que tampoco debe quitarnos tal cosa el sueño, propio o compartido es un momento muy personal de nuestros Moros y Cristianos. Resulta evidente, eso sí que, en el caso de que, como afirman los Chumberos, venga desde los Moros de la Manta tal representación, probablemente estemos hablando de finales del siglo pasado o principios de éste, ya que en la década de los veinte tal comparsa desaparece, ello, cuando menos, haría discutible aquella afirmación de Espí. Nos ayudaría mucho examinar ese pretendido libreto, si es que realmente existe. Sea como fuere, ahí está, los Chumberos nos regalan cada año un delicioso momento y, paulatinamente, adquiere mayor popularidad, a pesar de lo temprano de su representación.
En la programación inserta en la revista de fiestas de 1933, de la cual nuestro Ayuntamiento había retirado todos los actos religiosos, puesto que estábamos en la época anticlerical de la República, aparece ya incluido en tal guión de actos el que nos ocupa, ya en el último día de fiestas, como siempre, entonces era el domingo 10 de septiembre:
Al amanecer
DIANA
y seguidamente reunidas las comparsas en el cerro de Santa Lucía donde se librará una
GRAN BATALLA
siendo derrotados los moros que batiéndose en retirada se refugiarán en el castillo y acto seguido
FUSILAMIENTO DEL MORO TRAIDOR
A las doce, pasacalle por las Bandas de Música (Juventud Republicana de Agost, Unión Musical de Tibi Y Municipal de ésta).
Tras el paréntesis bélico, se reanuda de inmediato tal función, y ya en 1940, encontramos un tránsito hacia una nueva definición, y quizá hacia una nueva nomenclatura, en la que a banda de lo pintoresco de la exposición, hace explícita alusión al Consejo Sumarísimo que no se nombraba en la anterior, era el domingo día 15 esta vez:
A las 6 horas.- Gran Diana, por una Banda de Música
A las 6’30 horas.- Se concentrarán en la Plaza Calvo Sotelo los Bandos Moro y Cristiano, de donde partirán para recoger Banderas y Capitanes, dirigiéndose al “Cerro de Santa Lucía”, donde acampadas las fuerzas MORAS, serán hostigadas por el EJÉRCITO CRISTIANO, que con fuerzas de refresco atacará duramente al enemigo desarrollándose una
ENCARNIZADA BATALLA
en que las fuerzas MORAS iniciarán una desbandada cayendo en poder de los CRISTIANOS numerosos prisioneros y material.
Los restos del EJÉRCITO MAHOMETANO, se refugiarán en las murallas de la ciudad en la que se celebrará un Consejo Sumarísimo del que resultará el
FUSILAMIENTO DEL MORO TRAIDOR
Al reincorporarse a la Fiesta los Chumberos, se encuentran con la imposibilidad de conseguir tela de idénticas características a la inicial, así pues debe sustituirse la misma, conservando sólo la capa. El nuevo traje consta de una chilaba verde claro con fino rallado longitudinal, faja roja con medias lunas y un turbante.
Se encargó de la confección Antonia (el Sant), aunque los bordados fueron a discreción de cada uno de los miembros.
En 1946 se edita el nuevo Reglamento Festero, el primer día de mayo concretamente, Bernardo Coloma es el firmante por esta comparsa.
Pronto incorporan las escuadras especiales a sus filas, de ese modo las escuadras de negros darían color a aquella Fiesta que hoy vemos en blanco y negro, pero que sin duda llena de vida y cromatismos la memoria de los que la vivieron.
De la época se conserva un “aleluya” referido a esta comparsa, probablemente como respuesta a éste, se escribió el que ya transcribí en el interior de lo relatado para los Maseros que se titulaba: “Els Maseros als Marrocs”.
ELS CHUMBEROS ALS MAÇEROS
Som molt espavilats
dinant busquem sempre els trossos…
i en la batalla entablá…
apuntem als peixos grosos…
En la próxima amboscà
que acomensarem formals,
la primera “trabucà”
se la te qu’andur CAMALS.
La segon EL CAPITA
i pa que es fasa fel
la comparsa masera,
la tercera per a RAFAEL.
Buscarem el RELLOTGER
(un masero desertor)
li asaltarem el taller
i pillarem lo millor.
I después mos anirém
a vore a les moretes
i el any que vé tornarem
p’andúrvose les pessetes.
HERMINIO CALATAYUD (L.C.R.)
En la crónica de 1956 se hace un elogio de la gran cantidad de escuadras especiales y el colorido de las mismas que, en su texto preciso, he incluido en la historia de los Piratas porque se hace una alusión a ellos. También se hace incapié en el tiempo que llevan sin celebrarse la Embajada del Contrabando y el Fusilamiento del Moro Traidor. El cronista vuelve a la carga con este tema el siguiente año: “La Entrada del Contrabando y el Fusilamento del Moro Traidor sólo se mantienen como recuerdo en el temario del Programa”. Ese año les correspondió Capitanía, la de Carlos Cort Pérez caballero y participaron con una escuadra de traje oficial y otras dos especiales.
Esa edición ve como se vuelven a cambiar los estampados de las chilabas, siguen siendo verdes pero de tonalidades más vivas, su confección estuvo a cargo de Virginia Requena, la misma que confeccionaría las de 1971, año en que acometerían el último y definitivo cambio, en el que la comparsa habría de regresar a sus orígenes y retomar el colorido y hechura de los trajes iniciales en 1928.
En la crónica de 1959 figura que dio la Vuelta al Castillo Silverio Picó, aunque el nombre del Capitán que se transcribe en 1960 es Enrique Picó Tortosa, al que le acompañaban dos escuadras especiales de ocho componentes cada una, y dos más oficiales con siete cada una.
Como Delegado en ese momento, Francisco Pina Reig, firma en la publicación del Reglamento emanado de la nueva comisión de fiestas que, presidida por Rafael Pascual, acometía lo que habría de significar un gran revulsivo en los Moros y Cristianos. Fueron también colaboradores en la elaboración de tal Reglamento, Bernardo Coloma García y el que fue Capitán Nicolás Payá Jover.
Escribía unas líneas Ismael Pascual Sanjuán, Alcalde de Fiestas, en la revista de 1965, refiriéndose al emblemático acto de esta comparsa:
“Y así van deslizándose los actos de la Fiesta, ora es un Moro que agazapado tras unos matorrales en Santa Lucía pugna por hostigar el Ejército Cristiano, hasta que rodeado por las huestes defensoras de la Cruz es hecho prisionero y Arcabuceado (¡mamma mía!), ora es el Moro Traidor que es fusilado por sus mismos compañeros de armas tras haberles traicionado en el momento de la lucha”.
Siendo Presidente Rafael Serralta Eixerés, se inaugura un local social en “els Quatre Cantons” que habría de ser sede social durante un buen número de años.
En 1971 celebran su Capitanía, personalizada por Antonio Martí Pina, en esas fiestas se hace el mencionado cambio del traje y de las que reproduzco los números de su participación en la Entrada:
Capitán: 1 hombre, 1 caballo
Escuadra típica: 12 hombres
Cabo batidores: 1 hombre, 1 caballo
Escuadra especial: 12 hombres
Banda la Nueva Iris de Alcoy
Carroza con peques: 1 hombre, 23 niños
Escuadra típica: 13 hombres
Escuadra especial chicas: 10 mujeres
Banda Unión Musical de Albaida
Escuadra especial: 11 hombres
Carroza Abanderada y peques: 1 hombre, 1 mujer, 12 niños.
En total participaron 69 hombres, 11 mujeres, 35 niños, 2 carrozas, 3 bandas y 9 caballos. La inclusión de miembros de esta comparsa en la comisión de fiestas es muy alta: Ricardo León Sanjuán es secretario desde 1967, Olegario Bernabeu Carbonell, Francisco Santonja Gisbert y José Miguel Amorós Pérez como vicepresidente primero, estos últimos como resultado fundamentalmente del cambio de comisión que se lleva a efecto en 1973.
En el I Congreso de Fiestas celebrado en Villena, asisten a las sesiones de los días 30, 31, 1 y 2, cuatro representantes de Ibi, dos de ellos son chumberos, el vicepresidente José Miguel Amorós Pérez y el Asesor Artístico Olegario Bernabeu, responsable, además de portadillas y de la nueva línea de la revista de fiestas que, en esa época, adquiere un tono y una estética llena de frescura.
Al ser nombrado alcalde el que entonces era presidente de la comisión de fiestas, Salvador Miró Sanjuán, en el año 1976, José Miguel Amorós Pérez, vicepresidente primero, asume la presidencia. Se trata de un cambio histórico del protocolo que existía hasta la fecha, ya que, en una situación de este tipo, en el pasado, se hubiese nombrado otro concejal, era por tanto, el primer festero que no siendo concejal asumía tal cargo en la historia de la Fiesta. Estaba en ciernes la autonomía de los Moros y Cristianos, cuyo régimen estatutario se publicaba con fecha 18 de agosto de 1976, y en la que figuraba como ponente José Coloma Picó.
El domicilio que figura en el libro resultante de tal publicación es Media Vuelta, 3.
El cargo de Delegado Municipal de Fiestas, es asumido por otro miembro de la comparsa ya citado, Francisco Santonja Gisbert. La publicación y puesta en práctica de tales estatutos, obliga a la inmediata elección de Presidente, ya autónomo respecto el Ayuntamiento. El procedimiento es la presentación de una terna por parte del Alcalde que deberá ser votada en la Asamblea general extraordinaria de los festeros, en la terna de esta ocasión, figuraba incluido el Presidente accidental ya mencionado, José Miguel Amorós Pérez, el cual resultaría ser el elegido.
El 8 de diciembre de 1978 se celebra el acto del Cincuentenario de la Comparsa en el local de un conocido “pub” de entonces: “Nicol”, hoy “Cientodos”. En ese acto se le rinde homenaje a los fundadores, entregándosele a cada uno, así como a los presidentes de cada una de las restantes comparsas, un alfanje igual al original, concluyendo el acto con un vino de honor.
En el año 1979, el cargo de Capitán es representado por Francisco Pina Reig. El que ya fuera Presidente de la comparsa en 1965 y 1966, Delegado en 1964, y ganador de tres premios a mejor cabo del bando moro en el concurso de cabos en los años 1968, 1972 y 1973, se vería acompañado por su hija Mª Cruz Pina Torró como abanderada. Ese mismo año, ostenta el cargo de Alcalde de Fiestas Santiago Cifuentes Morant. Los Chumberos obtienen el premio a la mejor comparsa del bando moro.
El 1980 un grupo de amigos, todos ellos integrados en la comparsa, asumen la organización del acto del “Juicio Sumarísimo y Fusilamiento del Moro Traidor”. Habrían de organizarlo y protagonizarlo cada año durante toda la década hasta 1990. La práctica totalidad de ellos asumiría el personaje central. Cada uno recibiría un simpático sobrenombre que se expresaba en la sentencia, los cuales relacionaré más adelante.
Junto a unos textos muy cuidados y preparados para cada edición, se incorporaban los últimos acontecimientos, el día a día, los comentarios recientes respecto de las fiestas, curiosidades. Todo ello venía reforzado con una búsqueda previa y su correspondiente captura por los vericuetos y peñas de Santa Lucía. Carreras y acción desde antes del amanecer, una algarada llena de humor y sabor que da por resultado el que tal personaje dé con sus huesos en una enorme red, “el aixabegó”, y a rastras sea conducido al castillo, atravesando la espesa y pesada bruma del humo, que se entrelaza entre sí procedente de las bocas de los arcabuces, se engrana en los brazos del sol que nace sanguinolento y acerado, se tamiza y llena de formas como si formase los visillos, que cubren las pupilas de la luz primeriza.
A rastras y tirones es conducido a las almenas del castillo, donde el grupo formado por la corte que habrá de enjuiciarle, en la que hay un fiscal, un defensor, el juez, testigos, lo rodean sin retirarle l’aixabegó”, llevando a efecto tal irónico y hilarante juicio.
En las revistas de fiestas de esa década, ya aparece definido en el guión de actos como: Escaramuza cristiana en el Cerro de Santa Lucía que culmina con el Juicio Sumarísimo y Fusilamiento del Moro Traidor”.
El cronista Joan Verdú i Guillem pondera el acto, y anima a los ibenses a acudir a la persecución que por el cerro se lleva a cabo y, lamentándose de que las edificaciones oculten la vista de Santa Lucía al resto del pueblo. El texto era, efectivamente, preparado por los organizadores, aunque algunas ediciones recibiera el auxilio de otros festeros, como es el caso de 1982:
“El guió del Judici està basat en un text que, ab les indicacions d’eixe GRAN FESTE (ab majúscules), que tots coneixem, Cifuentes, ha escrit d’Angel Fabregat Pitarch, component de la Comparsa de Almoràvits, al qual des d’estes ratlles felicite afectuosament per la seua col.laboració en el desenvolupament d’este acte fester”.
Estas elogiosas palabras, no obstante merecerían un desmentido del mismo Santiago Cifuentes, en el sentido de poner en sus justos términos la participación de un grupo de chumberos, todos ellos implicados en su desarrollo y preparación, e igualmente responsables y valorables por ello.
Ese año de 1982, se realizó la bendición de la nueva bandera en la Parroquia de la Transfiguración del Señor, el mismo día de la Entrada a las 13 horas, siendo Abanderada Carmen Martínez Morón.
En 1986 es elegido Francisco Santonja Gisbert como Presidente de la Comisión de Fiestas, el acto de toma de posesión se celebró en el Aula de Cultura de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia. Como ya era tradicional el Presidente saliente impuso la insignia de oro al entrante, el cual ofreció al concluir un ramo de flores a la Virgen de los Desamparados, a los pies de nuestro Monumento, como señal inequívoca de cual era el propósito con respecto a la sorprendente polémica que rodeaba el acto de la Ofrenda de Flores, que aún no se había podido llevar a cabo del modo que deseaban los festeros.
Francisco Santonja dejaría constancia de un estilo ejemplar y un talante de altura en las palabras de su primera Salutación:
“Este año un nuevo equipo se hace cargo de la Comisión de Fiestas, merced al desarrollo habitual de la forma estatutaria de elección de su Presidente.
Con ello viene aparejada una nueva manera de hacer las cosas de siempre. Una ilusión desbordante por contribuir a que nuestras fiestas sean cada vez mejores, más esplendorosas, más participativas, más incardinadas en los valores íntimos y esenciales de la comunidad ibense”.
Este hombre además de ser Presidente de la Comisión de Fiestas hasta 1992, a partir de ese año ocuparía la presidencia de la UNDF, el máximo organismo festero que existe en España, recibió el nombramiento en la Asamblea general de ese organismo celebrada el 10 de marzo. En ese tiempo la UNDEF aglutinaba 47 poblaciones. Organizando entre otros eventos la demostración de Moros y Cristianos realizada en la Expo sevillana ese mismo año.
El “Juicio Sumarísimo y Fusilamiento del Moro Traidor”, sigue su marcha ascendente, cosechando admiración y adeptos, aumentando paulatinamente el número de incondicionales.
En ingenio vertido en él parece inagotable, sus frases adquieren mayor tono con cada edición, baste este botón de muestra extraído del texto de 1987, en tal año el moro traidor lo encarnaba Paco Valero, al que se dio en denominar moro “Abraham”, de este modo comenzaba la exposición de los cargos contra él:
“Pero aixó del mes de setembre de no sé quin any
açó era i no era un poblet
que quan s’aspereava el rall de sol per la muntanya
el moro, Abraham Muslim Bujia Ali Cucanya
es trea dels ulls la primera llaganya”
Terminado el juicio, la sentencia incluye terroríficas y lapidarias frases que harían temblar al más sereno:
“Que li afeiten la barba pa fer un bisonyé a Matias”
Tras todo ello el maldito moro es fusilado, o mejor habría que usar el término del ecordado Ismael Pascual: “arcabuceado”, a los pies del castillo. Antiguamente se le ofrecía disparar el tiro de gracia a distintos personajes, últimamente, siendo el Sargento perteneciente a esta comparsa, todos los años es el encargado de tal misión. Después el sepelio, con un ataúd dispuesto en andas, en el que es portado a hombros de sus amigos y acompañado por toda la comparsa, nace a los pies del castillo, con la banda interpretando alguna pieza fúnebre, acorde con la situación, para atravesar toda la calle “Les Eres”.
En el año 1988, el que fuese Presidente durante 32 años de esta comparsa, artífice e impulsor de la misma recibía el título de Festero de Honor, galardón que, junto a otros tres festeros extraordinarios, recibía en el Acto de Reconocimiento de Cargos Festeros. Ese año vuelven a ser la mejor comparsa de su bando.
En 1990, Bernardo Coloma, firmante del Reglamento y del Estatuto de la Comisión de Fiestas, Delegado desde 1946 a 1961, pudiendo, sin ambages, ser designado como el otro gran artífice de esta comparsa, recibía igualmente el título de Festero de Honor.
Le dediqué en la revista de fiestas unas líneas, a él y a Antonio Barrachina García de los Contrabandistas:
Septiembre se huele y se saborea
como el mar en diciembre y el campo en primavera
y hay personas que tienen
un profundo olor y sabor a septiembre
a música, a pólvora y a trueno.
En 1989 con el equipo formado por Francisco Pérez Cortés, Santiago Cifuentes Morant y Francisco Javier Avilés Valls, y en 1990 con Francisco Martínez Guillem, José Antonio Guerrero Jurado y Joaquín León Martí, los Chumberos ganan el concurso radiofónico de la “La Trabucá”.
El 7 de septiembre de 1990, la Banda Municipal de Cocentaina presentaba en la Casa de la Cultura, la marcha mora “Coloma el Chumbero”, compuesta por José Pérez Vilaplana para la Capitanía de José Coloma Rico, hijo del mencionado Festero de Honor. La marcha estaba inspirada en un aire musical que los fundadores de la comparsa, según Santiago Cifuentes, “tarareaban cuando se reunían por cualquier motivo en las fincas Giravela, Campets o el Corralet, entre vaso va vaso viene y opíparas comilonas, le iban agregando la frase al Mojamed Mojama”. La velada de presentación fue conducida por Rafael Serralta Eixerés.
Ese mismo año y en la Exaltación festera, la Unión Musical, en su tradicional concierto, desempolva una pieza extraordinaria de nuestro patrimonio musical, la marcha árabe “Els Chumberos”, compuesta en el año 1944 para la comparsa por el añorado José Carbonell García.
Qué duda cabe de que capitanía tras capitanía, todas fueron inolvidables, cada una ajustada a su medida y a su tiempo, máxime en una comparsa como ésta, numerosa y con numerosas implicaciones y relaciones. Creo que aquella, sin embargo, la de José Coloma, consiguió marcarse en nuestro recuerdo como un revulsivo estético de gran belleza, con una saturación de colores verdaderamente impresionante, como lo demostraron las miles de fotografías que estimularon, y que guardan todos los aficionados y profesionales de esa época, dije entonces:
La Capitanía mora sintonizó con lo solemne, con lo sublime, ofreciendo a los espectadores la impresión de que un acontecimiento se revelaba, en aquella explosión de colores naturales, como emanados de una esencia de zocos y medinas, plagados aquí y allá de pinceladas de fértil imaginación plástica. En el centro de todo ello, caminaba el Capitán José Coloma, junto a su esposa, a la sazón Abanderada.
En 1990 se nombran por vez primera Sargentos de Disparo, es cierto que este cargo tendría un importante desarrollo futuro, pero ese año se ponía la primera piedra, de lo que hoy se ha convertido en una verdadera institución festera. El primer Sargento del bando, pues, fue Joaquín León Sanjuán, el cual aún sigue hoy en ejercicio.
En 1991 otro grupo de amigos, festeros de esta comparsa, sustituyen a los anteriores organizadores, en la preparación del acto emblemático. El primer moro traidor de esta nueva época fue Salvador Pérez Brotons, “Moyano”. Se autodenominan “El Botijo”. Seguiría con la tradicional estructura del anterior equipo, aun cuando en los textos introduciría su propio estilo, llegando a adquirir una notable sutileza en los últimos años. Reproduzco en otra parte de este libro el texto íntegro de la función de 1998.
En la Presidencia de Francisco Valero García, se construye un zoco con una estructura de hierro, barras y cañizo preparado para la calle Doctor Fleming, habida cuenta que cada vez resulta más problemático conseguir unos bajos apropiados y con capacidad, para el volumen que ya ha adquirido la comparsa.
El día 25 de abril de 1992, tras una Asamblea extraordinaria de la Comisión de Fiestas celebrada el 17 de enero, Enrique Montesinos Gozalbo, miembro de esta comparsa, Secretario hasta la fecha durante varios años, era elegido por multitudinaria aclamación como Presidente de la Comisión de Fiestas. Imponiéndosele la insignia de oro vitalicia al anterior Presidente, también chumbero, Francisco Santonja Gisbert.
Este último sería Mantenedor de la Exaltación festera el siguiente año, naturalmente no escatimó palabras elogiosas a su comparsa, citando dos de los “Aleluyas” reproducidos, uno aquí y otro en los Maseros:
“Por mi parte, tengo el orgullo de decir: Yo soy chumbero, con las luces y las sombras que ello comporta. Me siento orgulloso por la forma en que mi comparsa se presenta en la Entrada, por ejemplo, y, a este respecto, recuerdo emocionado cuando hubo que recuperar un tiempo precioso y toda mi comparsa, en bloque reaccionó de manera extraordinaria…”
En 1994, Joaquín León Sanjuán, el mencionado Sargento de Disparo, fue el primero en el bando en arrancar la escuadra de Piratas, que inició el ritual renovado de la Diana, así como la nueva concepción del cargo, acorde con la entidad tradicional e histórica merecida, dije entonces:
Esa lanza del Sargento que es levantada para ordenar “armas al hombro”, y después señala al frente, fue toda un alegoría para estos Moros y Cristianos que, a pesar de las adversidades y al amparo de su Patrona, renacen entre las renuentes sombras de la noche y reciben los primeros balbuceos luminosos, en un baño de cariño a la Virgen, de intensidad y armonía.
Al igual que lo citado para la comparsa Maseros, no hubo Capitán de los Chumberos para la Vuelta al Castillo de 1995. Después de un buen número de reuniones, en la que se celebró en marzo de 1996,cuando casi alboreaba l’Avís, el Presidente de la Comparsa se vio obligado a asumir el preciado compromiso.
El último día del mes de agosto se celebraba un evento en el Centro Cultural de la villa, en su primera parte ofreció un concierto de la Unión Musical y, en la segunda, el recién iniciado “grup de xaramites i tabals Castell Vermell”, hacía la presentación de la marcha “Paco Ximo”, dirigido todo ello por Benedicto Ripoll Belda. El acto de bellísima factura, con intervenciones de Rafael Serralta Eixerés, Ricardo Palau y Santiago Cifuentes, estaría dedicado al Capitán Angel Cáceres Galera y al referido Francisco Pérez Cortés, “Paco Ximo”, que recibiría la distinción de “Chumbero de honor” a título póstumo.
La marcha se estrenaba en la calle el día de la Entrada. El Capitán montado sobre las patas de un enorme escorpión articulado, parecía adueñarse de las luces y los balcones, tras él, sobre el tronco del figurado animal se erguía la Abanderada. Ambos destacaban incluso sobre las figuras de los jinetes, parecían estirarse en su majestuosidad, como si de verdad recibieran a Ibi, en lugar de ser recibidos por él.
Los Chumberos ofrecían los siguientes números en la Entrada correspondiente a 1997: 9 escuadras masculinas con 112 hombres, 30 personas de boato, sumando un total de 142 participantes que desfilaron con 7 bandas.
El Moro Traidor del año 1998 fue el Capitán Angel Cáceres. Parece ser que esta peña de festeros que, como ya indiqué, se autodenominan “El Botijo”, tras varios años de organizar el acto pretenden despedirse. Por cierto, ese año referido, se presentaron voluntarios a suplir la ausencia asombrosa de los portadores contratados por la Abanderada de los Templarios.
Que sirva la reproducción del texto de este año, como ya mencioné anteriormente, a modo de un homenaje a este grupo de festeros que, al tiempo que mantenían tan hermosa tradición, nos hicieron pasar ratos tan extraordinarios.
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