2012 Crónica

Me impresionó ver por primera vez en mi vida la talla de la Virgen totalmente desvestida. El 16 de agosto de 2012 la Imagen presidía el funeral de Ernesto Aparicio, el agente medioambiental, ibense de adopción, que murió mientras luchaba contra el incendio que se declaró en La Torre de les Maçanes. El Ayuntamiento decretó tres días de luto oficial por esta triste pérdida. Creo que muchos de los presentes en aquel oficio religioso miraban a la Virgen preguntándole para sus adentros porqué este buen hombre había quedado tan desamparado. Perdonarme que haya empezado la Crónica haciendo referencia a este hecho luctuoso, pero resulta preocupante que en el año 2012 se haya computado la mayor superficie quemada de la historia de España desde que se tienen registros oficiales.

La mayoría piensa que todo lo malo que nos viene sucediendo desde hace años tiene algo que ver con la crisis económica, ese veneno que está corroyendo las estructuras de nuestra sociedad. Como muestra, un botón: en un diario publicado poco antes de las Fiestas, se bromeaba con un chiste que decía «En lugar de fiestas de Moros y Cristianos habrá que hacerlas de «morosos» y «crisis-tianos«. El caso es que desde hace bastantes meses tenemos a todo un país pendiente de un posible rescate, aunque parece que nadie se interesa por saber cuándo y cómo nos secuestraron.

La peor consecuencia de esta crisis económica es el desempleo: la prensa de estos día informaba de que el paro dejaba en agosto 487 desempleados más, alcanzando la cifra de 18.237 en las comarcas de interior, encabezando la lista Alcoy, con 194 parados más, seguido de Ibi, con 61 nuevas personas sin trabajo. Y alguno de sus efectos colaterales lo sentimos próximo: por primera vez en muchos años, el Ayuntamiento de Ibi no pudo destinar fondos para patrocinar ningún concierto de música moderna, como se hacía siempre días antes de Fiestas. Y como las desgracias nunca vienen solas, el 24 de agosto ocurrió un lamentable accidente en el monumento de los Reyes Magos: el estado de deterioro de la escultura, unido a la impericia o imprevisión de los técnicos, provocó la rotura de la estrella y el descabezamiento del Rey Baltasar, acontecimiento que se convirtió en comidilla local.

En uno de sus poemas, Benedetti decía «No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños». Así ocurre con la Fiesta de Moros y Cristianos, empecinada en superar cualquier adversidad. Hay un guión no escrito que se va cumpliendo de forma milimétrica y el jueves 30 de agosto, en el Centro Cultural de la Villa, tuvo lugar la presentación de la Revista, elaborada bajo la supervisión de Juanmi Salvador quien, superándose a sí mismo, nos dio los detalles de la impresionante recopilación de textos e imágenes que constituye un nuevo tomo en esa magnífica enciclopedia local que aglutina historia y cultura, literatura y comercio, fiesta e industria.

 

La «Colla de Dimonis», de Mislata, se encargó de llenar de color y pólvora las calles del centro de la población, en un correfocs que sirve de aperitivo para los amantes del estruendo y la pólvora. Y al día siguiente, día 2 de septiembre, se celebró un concierto ofrecido por la Comparsa Mozárabes a su Capitán y Abanderada. La «Banda Unión Musical de Ibi» interpretó distintas piezas, todas muy significativas para los Mozárabes (Ramón Petit, Alejandro Capitán, Musta’Rab, Llaners, Aralc y Xamarcai). Al Capitán le resultó difícil superar su emoción, pero la Abanderada lo animó para que dirigiese unas palabras, y lo hizo reiterando su agradecimiento por las numerosas muestras de cariño recibidas.

Durante los días previos a Fiestas, la emisora VM Radio (en el 88.0 de la FM) en directo, desde la Tetería del Carrer Les Eres, y con el lema «La Fiesta como nunca antes la habías escuchado», organizó varios programas especiales en los que los invitados fueron los protagonistas de la Fiesta. Por su parte, los componentes de la Comisión de Fiestas, reunidos en el Salón de Plenos del Ayuntamiento el martes 4 de septiembre, celebraron la reunión que antecede a la cena de la prueba del alumbrado extraordinario. En esa asamblea, la Alcaldesa de la villa dedicó palabras de elogio al equipo de la Comisión y recordó a todos los presentes que el Ayuntamiento había recortado el gasto en todo lo relacionado con asociaciones locales, excepto para las Fiestas Mayores. El Concejal Delegado, Juan Valls, cerró la asamblea pidiendo que «vayamos todos a una por la Fiesta que nos llama y nos llamará hasta el día del Descanso».

Al día siguiente, primer miércoles de septiembre, como manda nuestra tradición, empezaba la Novena, acontecimiento fundamental dentro de la parte religiosa de nuestras Fiestas, que tiene su propio libreto escrito, perfectamente detallado por el cura párroco, D. Antonio Esteve Seva, tristemente fallecido semanas después. Creo que existen muchos motivos para lamentar la falta de D. Antonio, un hombre que hizo gala de una gran formación intelectual y de unas sólidas convicciones ideológicas.

Tras la primera Misa de Novena tiene lugar uno de esos momentos mágicos que vivimos los ibenses, concentrándonos por cientos en el Carrer Les Eres para ver cómo se encienden las luces que embellecerán nuestras calles los próximos días. Y para completar la jornada, por la noche tuvimos la primera representación del sainete La verdadera historia del Moro Traidor, de Emilio Mariel, obra no ambientada en escenas festeras, sino parodia de hechos, supuestamente históricos, que dieron lugar a nuestro tradicional juicio sumarísimo y fusilamiento del Moro Traidor. Al finalizar la representación, a cargo del grupo «Ni pa hui ni pa demà», se hizo entrega del premio al mejor sainete presentado al concurso de la Comisión, que volvió a recaer en el polifacético Emilio Mariel.

Las Fiestas no están exentas de polémica y el viernes 7 de septiembre el periódico comarcal Escaparate publicó un editorial demoledor contra Juan Valls, Concejal Delegado de Fiestas, al que acusaban de haber ordenado confeccionar una guía de fiestas prácticamente idéntica a la que la empresa «Área Oberta» lanza desde hace 20 años.

Respecto a la Exaltación Festera habría mucho que hablar, pero intentaré ser breve: en mi opinión, lo que se ganó acortando el acto en años anteriores, se ha vuelto a añadir. Muchos opinamos que dos horas y media es excesivo. Por un lado, es encomiable el esfuerzo de «Castell Vermell» de preparar más de veinte piezas musicales, pero quizás no sería necesario interpretarlas al completo y, desde luego, no hacía falta añadir un concierto con otras cuatro piezas más. La mantenedora, María José Tribaldos, originaria de Tomelloso, ibense por el resto de costados, glosó los antecedentes históricos de nuestras Fiestas a la luz de lo que ha ido encontrando en los legajos del Archivo Histórico Municipal, del que es Directora. Nos recordó que en este año se cumplían 40 desde que la Exaltación tiene el formato actual (curiosamente, la presentadora, Esther Tamarit, es hija de la que hace 40 años desempeñó ese mismo papel). Nuestra paisana Lliris Picó, filóloga y escritora, que supervisa la traducción de esta crónica al valenciano, lamentaba días después que el folleto repartido con la letra del himno a Ibi tuviera cuatro graves faltas gramaticales y reclamaba un mayor respeto y conocimiento por esa lengua que nos identifica.

Finalizada la Exaltación, había ganas de jolgorio y para eso estaba organizada la Verbena del Fester, pero algo salió mal. Aunque la prensa habló de sabotaje, pudo tratarse de una simple broma, pero lo cierto es que algo o alguien impidió el adecuado funcionamiento del generador de electricidad y a las 3,30 horas de la madrugada del domingo se interrumpió la música. No por ello los asistentes perdieron el humor y las ganas de diversión, pero está claro que sin música no es lo mismo.

A la mañana siguiente, domingo, un peculiar torneo concentraba a numerosos festeros en la Plaza la Palla. Consistía en que las Comparsas midieran sus fuerzas en deportes tan singulares como el Coto y Cau (ganaron los Almogávares Juan Verdú López y Francisco José Sánchez Martínez), Chinchón (venció Antonio Hita de la Plata, de los Chumberos) y Dardos (donde también triunfaron los Almogávares, con Jordi Vicent Ferri y Raúl Armero Pérez).

El martes 11 de septiembre los amantes de la música festera tenían una cita ineludible con el Concierto Extraordinario de Música Festera a cargo de la Unión Musical de Ibi, dirigida por Andrés Colomina i Bernabeu. En la primera parte interpretaron Musical Apolo, El Barranc del Sinc, Reige, Gentileza 72 y Penya Cadell. En la segunda parte contaron con la colaboración de dos magníficos xaramiters de «El Terròs» de Petrer, interpretando Sergio Guerola, Paco Jover, Llaners, De Quiroga a Sèneca Autobusos y Nadim Rashid. El numeroso público asistente premió con largas ovaciones una magistral interpretación de nuestra estimada banda local. El habitual bis, con la pieza Tabals i Saragüells, fue dedicado a D. Manuel Valls Picó, quien fuera Capitán Pirata en 1994 y cuyo fallecimiento se había conocido pocas horas antes.

Al día siguiente tuvimos otro atractivo añadido, fruto de los contactos entre Comisión, Ayuntamiento y Diputación. Un concierto sinfónico a cargo de la Orquesta de San Vicente, con la finalidad de dar contenido a la noche del miércoles, vacía desde que se decidió cambiar la fecha de la Verbena del Fester. Desde el día anterior estaban prácticamente repartidas todas las invitaciones y el Teatro Río ofrecía un aspecto de lleno total. La Orquesta, bajo la batuta de su Director titular, José Javier Victorio Gómez, interpretó un programa de pasodobles y marchas, algunas desconocidas por estas latitudes. Para la mayoría de los presentes resultaba inédita la interpretación de piezas festeras con violines, violas y violonchelos sustituyendo a clarinetes, oboes y saxos, pero tuvo su encanto. Los compositores de la mayoría de las piezas interpretadas, Francisco Amat y Manuel Lillo, estuvieron presentes y saludaron al público. El concierto finalizó con la pieza Octavio Ferrero, compuesta por M. Lillo en recuerdo del conocido dibujante, pintor y escultor bañerense, cuyo hijo y nieto estaban presentes en el concierto.

El miércoles por la tarde, Paco Martí, encargado de la venta de las sillas de tribunas en el Casal, me comentaba algo preocupado que quedaban muchas localidades por vender. Incluso llegamos a comentar la conveniencia de animar a los rezagados a través de una cuña en Radio Ibi. Finalizadas las Fiestas, Paco me confirma que cifra el descenso en un 6% aproximadamente respecto al año anterior y que algunas comparsas devolvieron parte de las sillas que se les asignaron (algo que no suele ser habitual).

De todos modos, como decía al principio, la agenda festera sigue su curso. El jueves 13, por la mañana, está protagonizado por un ir y venir de festeros al Estadio Climent, para retirar de forma ordenada la pólvora de los alardos, el combustible que necesitamos para representar fielmente ese combate entre creyentes de uno y otro signo, esa lucha de la luna contra la cruz que constituye la espina dorsal de la Fiesta. Por la noche, tras la última Misa de Novena y el Pregón desde el balcón de la Casa Consistorial, dimos rienda suelta a la tensión acumulada durante estos días previos y en los zocos bullía el jolgorio. Tras la cena, el desfile de la Olleta fue tan desinhibido como siempre, con parodias de personajes famosos, de cuentos, de juegos, … en fin, una ocurrencia tras otra a cual más desbaratada. Y por alguna extraña asociación de ideas me viene a la cabeza la frase de Aristóteles: «Lo mejor es salir de la vida como de una fiesta, ni sediento ni bebido».

El primer día de la trilogía es el viernes, con la Diana Festera como aperitivo de lujo. Hacía muy buena temperatura y eso contribuyó a que hubiese numeroso público en la Plaza de la Iglesia, dispuesto a aplaudir a los festeros de las 14 escuadras participantes, todos ataviados con la máxima uniformidad. Anoté como hecho destacable la presencia de varias escuadras femeninas completas, lo que constituye una buena señal para los que predicamos la plena integración de la mujer en la Fiesta. Más concretamente, la escuadra de los Almorávides era de mujeres que estrenaban el traje oficial femenino. Y no puedo pasar por alto felicitar a Maricarmen Caro y María José Marín, que se estrenaron como Sargentas de Tiro.

Un acuerdo con «Intercomarcal TV» permitió suplir las retransmisiones que Tele Ibi hacía de los principales actos. Mi buen amigo Ricardo Mora se echó sobre las espaldas la delicada tarea de comentar cada retransmisión y considero que estuvo a la altura. Quizás le faltó una ayuda en algún momento puntual, aunque algunos aportamos nuestro granito de arena y le acompañamos durante las retransmisiones. Un detalle nada baladí es que Intercomarcal puso los vídeos en su web, lo que permitió que ibenses dispersos por todo el mundo pudiesen disfrutar de las imágenes.

En un año en el que todas las comparsas tenían Abanderada, había un reto para la organización, pues el cumplimiento de los horarios era esencial. La Entrada Cristiana empezó puntual, con la llegada del impresionante boato preparado por la Comparsa Mozárabes, inspirado en la convivencia cotidiana de ese pueblo de cristianos que vivió en tierras conquistadas por los moros. Murallas engalanadas de escudos, casas de ciudad, malabares, cariocas, marionetas, equilibristas y un sin fin de detalles primorosamente elaborados por Eduardo y Tere junto a sus hijos, a su familia, a sus amigos, a los amigos de sus hijos, todos implicados en una gran tarea colectiva que enamoró a todo el público. Eduardo Payá Ferrándiz y Teresa Martínez Vilaplana, Capitán y Abanderada, compartiendo carroza, con unos trajes elegantísimos diseñados por Pilar Parra, culminando ese extraordinario jardín en el que un día soñaron sus hijos.

Luego desfilaron los Almogávares, con su Abanderada, Jesica Sicilia Méndez, emocionada saludando desde una elevada plataforma, brillantemente acompañada por los caballeros de la escuadra «Baixem com volem». La Abanderada de los Guerreros, Clara García Gallego, hija y nieta de Guerreros, llevaba un boato inspirado en el Tratado de Almizra y dedicado a su abuelo Fernando García Esteve. Herminia Picó Chorro, por los Contrabandistas, como una blanca aparición entre rosas (flores y amigas), en una carroza de «gotas de rocío». Carmen Diago Moreno, de los Maseros, fallera mayor de Picasent y masera de adopción en Ibi, con un boato totalmente artesanal inspirado en la música valenciana. En los Templarios, Fina García Martínez, entre lanzas y cruces, con un traje confeccionado por ella misma. Y finalmente los Cides, con Rosalina Martínez Revert, magníficamente arropada por sus familiares. Todo el Bando Cristiano, como conjunto armónico, desfiló con orden y concierto, ofreciendo un espectáculo que será difícil de olvidar.

La Entrada Mora tampoco se hizo de esperar. Lucía un sol generoso cuando hicieron su aparición los estandartes con la estrella que identifica a la Comparsa Mudéjares, seguidos del baile de escorpiones y Carroza de la Victoria. La extensa familia del Capitán, Enrique Berbegal Sarabia, y de la Abanderada, Eva García Ferrer, se implicó en el boato y pasaron incontables plataformas, camellos, carrozas y bailarinas. El Capitán descendió de la carroza construida por él mismo y sus amigos, y bajó a saludar a las autoridades entre un pasillo formado por rosas del desierto. Los trajes del Capitán, de la Abanderada y de su hija, que les acompañaba, fueron diseñados y confeccionados primorosamente por la ibense Mari Loli Mayor, en perfecta conjunción, con elementos de piel pintada a mano con el color burdeos que caracteriza a la Comparsa, con arabescos y detalles de seda natural y lana virgen, piedras engarzadas a mano y tocados de plumas de faisán. Detrás de ellos, la Banda de Benigánim interpretaba la pieza Lagebreb (palíndromo del apellido del Capitán), compuesta por Bene Ripoll Belda, y luego toda una Comparsa en perfecta armonía respaldando a sus cargos.

Tras el paso de los Mudéjares llegaron los Almorávides, con Judith Chamorro Sánchez de Abanderada, en una larguísima carroza precedida por sus padres y una sobrina recién nacida. Por su parte, Carolina Prieto Giménez, Abanderada por los Beduinos, mezcla de raíces cordobesas y valencianas, desfiló tras un cuidadísimo boato en el que los camellos tuvieron un papel protagonista. En el ecuador del desfile, los Piratas, con Mª Ángeles Granero Granero de Abanderada, ilusión viva, escoltada por amigas a las que ella misma había diseñado y cosido sus trajes. Con los Argelianos, su Abanderada, Lourdes Bujaldón Martínez, aires de fantasía, con un boato inspirado en la Alhambra de Granada en el que sus padres ocupaban un lugar destacado, rematado por una extraordinaria escuadra especial. La Abanderada de los Chumberos, Estefanía Herrero Alpañés, cuyas acompañantes lucían trajes traídos expresamente desde Turquía, muy original y brillando sobre una iluminada carroza. Cerrando el desfile, la Comparsa Tuareg abrigando a su Abanderada, Rosa Díaz Valero, guapísima, con numerosos familiares llegados de Bilbao para acompañarla, con su marido ejerciendo de Cabo de escuadra tras ella.

Por suerte o por desgracia, gran parte de la Fiesta de Ibi está focalizada en las Entradas, y en ellas se refleja el estado de ánimo de todo un pueblo. Debo significar que la participación, medida en cuotas festeras, no fue inferior a la del año anterior. Pudimos detectar un descenso de escuadras especiales y de bandas de música, lo que no tiene que verse como un dato negativo pues es posible que no nos venga mal cierta dosis de austeridad. Salvo contadas excepciones, podría decirse que ha sido un año extraordinario por lo que a las Entradas se refiere, pues contar con las catorce Abanderadas es algo de lo que no disfrutábamos hacía tiempo y ojala no tardemos mucho en repetir.

El sábado, segundo día de la trilogía, arranca con la Misa del Fester, con poca asistencia de festeros. El cura párroco aludió a la «Tregua de Dios», que eran unos días en los que los señores de la guerra de la Edad Media suspendían las hostilidades, algo similar a lo que ocurre en estos tres días de Fiestas, cuando hacemos un hueco en nuestras rencillas y preocupaciones, a las que volveremos cuando haya pasado este paréntesis.

El acto central de la mañana lo constituye el Desfile Infantil, que resultó genial, como siempre. Da gusto observar tantos proyectos de escuadra, tantos cabos en formación, tantos incipientes festeros y festeras que son garantía de conservación de Comparsas y que darán continuidad a nuestras Fiestas. Me gustaría destacar en especial el ballet integrado en la Comparsa Mudéjares, que llevan varios años demostrando su empeño en que el desfile de los pequeños tenga sus particulares detalles de calidad.

Finalizado el Desfile Infantil, muchos se quedaron a presenciar la Entrada del Contrabando, en el que los cabecillas de las Comparsas de Contrabandistas y Maseros suelen enzarzarse en un duelo dialéctico, a base de indirectas (por no decir dardos envenenados), bromas, chanzas e ironías que sirven de pretexto para repartir obsequios a los niños y niñas que los esperaban ansiosos. Pero la mañana del sábado no estaría completa sin esa visita fugaz al Asilo de Ancianos de San Joaquín, esa institución tan querida por los ibenses y en la que, año tras año, Capitanes, Abanderadas y festeros en general llevan unos instantes de Fiesta a nuestros mayores, en cuyos rostros se aprecia su profundo agradecimiento.

El primer Alardo, momento en el que el Bando Moro presionará al Cristiano y le obligará a batirse en retirada hasta el Castillo, resultó bastante concurrido, aunque se nota un descenso en el número de participantes. Finalizada la batalla de arcabucería, el Desfile de Embajadores situó al Moro, junto al Capitán Mudéjar, frente a la fortaleza en un último intento diplomático de zanjar la disputa sin más fuego. Históricamente fueron mucho más largos los periodos de convivencia pacífica que los de enfrentamiento bélico, pero el argumento de esta obra teatral que se escenifica en nuestras calles incluye la toma del Castillo a sangre y fuego, y así ocurrió.

Por la noche, numeroso público acudió a las tribunas dispuesto a presenciar el desfile de la Ofrenda de Flores a la Patrona. Sin prisa, pero sin pausa, con más o menos acompañamiento musical, fueron pasando todas las Comparsas con sus festeras (apenas intervienen hombres, salvo como acompañantes). Quizás los que concibieron este acto establecieron una relación, lógica, entre la mujer, la Virgen y las flores, lo que seguramente explica que la feminidad del acto se haya consolidado.

Creo que nos pasa a todos los festeros lo mismo: cuando empieza el tercer día de Fiestas pensamos «¡qué rápido han pasado!». Por esta razón, para poder exprimir hasta la última gota, madrugué el domingo y me fui a la Guerrilla. Me encontré en la tribuna con muchos festeros y festeras que no habían dormido en toda la noche, sus ojos les delataban. Todos, madrugadores y noctámbulos, nos apostamos a disfrutar del estruendo de los arcabuces y trabucos, banda sonora de una escaramuza militar que nos anticipa cual será el destino final de la batalla.

Me gusta detenerme especialmente en la figura del Cop: Manuel Expósito López, por los Cides, presentó un espectacular montaje, con dos arcabuces que sendas ruedas de cargadores preparaban a derecha e izquierda del Cop, en una modalidad inédita (por lo menos para el que esto escribe) y, de cuando en cuando, se daba paso a un estruendoso cañón que remataba el trabajo de amedrentar al bando moro y ponerle más fácil la victoria al cristiano. Su antagonista, el Cop de los Tuareg, Rafael Expósito López, ejemplo de seriedad y sobriedad, se turnó en el disparo con sus hijos.

Y entre la humareda y los fogonazos, a empujones, maltratado por los suyos, baja el Moro Traidor para ser sometido a un simulacro de juicio público en el que se mezclan las chanzas, la crítica a las autoridades y las bromas sobre acontecimientos conocidos por todos o casi todos los allí presentes. El enjuiciado era «Al Yusuf-Mireta-La-Rata-Mai-Kheta» (encarnado por el Chumbero Jose Antonio Mira Miró). El fusilamiento es tan real que sobrecoge el ánimo de algunos que no habían visto nunca el acto, y la marcha fúnebre de despedida completa este acto tan peculiar, mezcla de realidad y ficción.

Las Abanderadas y los Capitanes tienen el tiempo justo para cambiarse la «ropa del disparo» y vestirse con sus mejores galas, para acudir puntuales a la concentración frente al Ayuntamiento y, junto a las autoridades, ir en comitiva hasta el Templo Parroquial para asistir a la Misa Mayor. El oficio religioso contó con la habitual presencia de músicos de la «Orquesta Barroca Valenciana» y la «Coral Ibense», aunque se estrenaba su nuevo director, Manuel Ramos. Entre el repertorio se intercalaron algunos pasajes del Mesías de Haendel. La salida del Templo suele alargarse porque es el momento en el que se aprovecha para tomar esas preciosas fotografías en las que aparecen las Abanderadas junto con los Capitanes, perfectamente colocados en los escalones del Altar Mayor, inmortalizando un momento de gran significación.

Tras la comida, casi sin tiempo para la sobremesa, los tiradores se dispusieron a la ofensiva final. El Bando Moro tenía los minutos contados cuando empieza el segundo y definitivo Alardo, retrocediendo hasta una fortaleza que será su tumba. Espero que no me tachen de irreverente preguntándome si tan difícil resultaría cambiar algún detalle en esta trama y acabar firmando un tratado de paz, algo que también respetaría la historia pero que dejaría un positivo mensaje de convivencia. Lo dejo a modo de reflexión, por si alguien se atreve a plantearlo donde corresponda.

Estoy seguro que desde estas crónicas he hecho mención repetida a la cuestión de la seguridad en el disparo, a la importancia del riego de las calles, antes y después del alardo, al cuidado con los regueros de pólvora. Está visto que nunca se insiste bastante: poco antes de empezar la Vuelta al Castillo, se produjo un lamentable accidente que a punto estuvo de costar un disgusto a un menor que quemaba petardos justo donde había restos de pólvora detrás del Castillo. Pudo haber sido peor.

A lo mejor me equivoco, pero creo que no hay momento en el que se concentren más personas en el carrer Les Eres que cuando acaba la Embajada Cristiana y empieza la Vuelta al Castillo. La decepción en el rostro de algunos nos hacía volver a la cruda realidad, a esa falta endémica de Abanderadas que tuvo su excepción el año anterior. Una vez más, hasta un total de cinco comparsas no presentaron Abanderada: Cides, Mozárabes, Chumberos, Argelianos y Piratas. Sin embargo, entrada ya la madrugada, la Comparsa Piratas protagonizaba una especial e improvisada Vuelta al Castillo (más vale tarde que nunca). De esta forma, los cargos para las Fiestas de 2013 son los siguientes:

  • Capitán Cristiano por la Comparsa Almogávares: Alfredo Laurí Guillem.
  • Capitán Moro por la Comparsa Almorávides: Antonio Condés Condés.
  • Abanderada por la Comparsa Almogávares: Miriam Laurí Pina.
  • Abanderada por la Comparsa Almorávides: Mª José Sánchez Cózar.
  • Abanderada por la Comparsa Mudéjares: Virtu Medina María.
  • Abanderada por la Comparsa Tuareg: Carolina Fernández Fernández.
  • Abanderada por la Comparsa Templarios: Raquel Grau Serra.
  • Abanderada por la Comparsa Maseros: Nora Silvia Chanab Torres.
  • Abanderada por la Comparsa Contrabandistas: Débora Beneyto García.
  • Abanderada por la Comparsa Piratas: Amparo Rico Brotons.
  • Abanderada por la Comparsa Guerreros: Bely Bravo Ferre.
  • Abanderada por la Comparsa Beduinos: Andrea García Pulido.

 

Y de nuevo, como suele suceder en estos casos, empezaron las discusiones sobre las causas y la solución a este problema. Lo curioso es que todos hablan y todos quieren tener razón, aunque tengo la seguridad de que lo que realmente necesitamos es callar, pensar y escuchar. Encontrar la salida está en nuestras manos, pero creo que nos sobra orgullo y nos falta modestia.

Nuestras Fiestas Mayores tienen su punto final en un acto religioso, la Solemne Procesión de la venerada Imagen de la Santísima Virgen de los Desamparados que, como dice el guión de actos, «…recorrerá su pueblo como broche final de las Fiestas celebradas en su honor». A su finalización, solo queda disparar el castillo de fuegos artificiales para poner punto y final a nuestra trilogía festera.

No suelo referirme a acontecimientos posteriores a los días grandes, pero en esta ocasión me veo obligado a hacerlo, pues un proyecto de gran envergadura está a punto de ver la luz. Se trata del Museo de la Fiesta, instalado en la Casa Gran, al que Quique Montesinos calificaba hace unos días como «un maravilloso regalo». Si no pasa nada, dentro de unos días se procederá a su inauguración, toda una satisfacción para esta Comisión, que tanto dinero, tiempo y, sobre todo, ilusión ha invertido en el proyecto.

Pero esta Crónica no puede terminar como las nueve anteriores. Esta vez tengo que narrar la emotiva cena de despedida del equipo de la Comisión de Fiestas que, con Enrique Montesinos Gozalvo a la cabeza, durante cuatro años ha sido responsable de la organización de nuestras Fiestas de Moros y Cristianos. El 1 de diciembre pasado, en un ambiente de gala, celebramos una cena a la que no faltó nadie. Quique pronunció un profundo y sentido discurso en el que dio las gracias a todos, uno a uno. Hago mías las palabras de Pepe Tripiana, que se saltó el protocolo, cogió el micro y dijo algo así como que el mérito de Quique está en haber sabido armonizar a un heterogéneo grupo de personas en torno a un mismo proyecto.

Y ahora me toca despedirme a mí de todos vosotros. He desempeñado durante 10 años el Cargo de Cronista Oficial de las Fiestas de Moros y Cristianos, con tres equipos diferentes en la Comisión de Fiestas, pero ha llegado el momento de pasar el testigo a otro que, a buen seguro, sabrá hacerlo mejor que yo. Para mí ha sido un placer y un honor escribir la historia de una década de nuestras Fiestas y sólo puedo tener palabras de agradecimiento para Perfecto Cerdá Carbonell, quien me nombró, para Juan Miguel López Campos y para Enrique Montesinos Gozalbo, que me mantuvieron en el cargo, así como para todos los que me han hecho llegar informaciones, críticas y sugerencias. Agradezco especialmente la ayuda recibida de mi amiga Lliris Picó en la traducción de las últimas crónicas al valenciano. Lamento si en algún momento alguien se ha sentido ofendido o maltratado en mis crónicas y pido disculpas por los errores y olvidos cometidos, que han sido muchos y muy variados, y animo a los festeros o festeras con inquietudes a que ocupen este cargo tan gratificante.

José Vicente Verdú Gisbert

basseta@gmail.com

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