1997 Crónica

Lejos, bajo las nieblas, encintilan las luces reunidas, medrositas, de un pueblo del valle. Se ve un llano que desgrana lumbre de luna en el suelo pedriscal. De los húmedos hondones emerge la alegría de la verdura tierna iluminada…

       …Parece que los rosales, rígidos y sarmentosos, han florecido esta noche, deshojándose las rosas por arriates y senderos. Llegan del templo el sonar de las horas, tan fríos  resbalándose y fundiéndose en la paz, que parece la campana también blanca, como labrada en hielo.

                                                                                           Gabriel Miró

 

Con esa riqueza de figuras literarias, el escritor que mejor ha conjugado las sensaciones auditivas, táctiles, olfativas, etc., de nuestra tierra, define la sosegada aparición de la alegría en la placidez de un pueblo que, emergiendo de nuestro sueño, hubiera podido ser el nuestro. Un lugar donde, por seguir con el mismo autor: El azadón y la reja suben a los collados, colgando los planteles de vides y almendros, y muellen el torrente y la hondonada para criar su bancalillo hortelano.

Fecundos, como los bancales colgados de nuestras montañas, muy fecundos prolegómenos tuvo este año nuestra edición de Moros y Cristianos, así como múltiples lugares que reclamaban nuestra atención para, de ese modo, mejor definir el contexto en el que se iban a celebrar nuestras fiestas mayores.

La prensa dedicaba esos días gran parte de su espacio informativo, a dos acontecimientos de gran repercusión social, ligados entre sí por determinadas circunstancias, pero opuestos radicalmente por su procedencia y transcendencia. Uno de ellos, la muerte de la madre Teresa de Calcuta a sus 87 años de edad, la que fuese Premio Nobel de la Paz el año 1979. Noticia que aparecía en todos los rotativos, el mismo día en que seis millones de personas se concentraban a lo largo de la comitiva fúnebre que transportaba los restos de la princesa Diana de Gales.

Sepelio al que había sido invitada la primera, habida cuenta que preparaba un homenaje hacia la princesa, la cual había apoyado su labor y la de sus “Misioneras de la Caridad”. Teresa de Calcuta había declinado la invitación por motivos de salud, tristemente manifiestos, diciendo: Dios trae paz y resignación en ese momento.

Se decretaba “Alerta 3” en toda la comunidad valenciana, el sábado, día 13, esta vez, no por las habituales lluvias de esa época, si no porque las altas temperaturas y sequedad del ambiente, elevaban considerablemente el riesgo de incendios.

La Consellería de Cultura de nuestra “Generalitat”, iniciaba gestiones y trámites para conseguir la declaración de “Patrimonio de la Humanidad” por parte de la Unesco, hacia algo íntimamente ligado a nuestra historia, los neveros y cavas de nieve. Monumentos que intrínseca y extrínsecamente guardan y cuentan en sus piedras una buena parte de nuestra vida local.

La empresa local “Metales Deportivos”, reproduce la colección de monedas históricas que ofrece el periódico “Información”, mientras que “Escaparate”, inicia una colección de “pins” de todas las comparsas locales. Su aparición habría de ser quincenal, aportando en cada ocasión una breve reseña histórica de la comparsa ofrecida.

El día 12 de julio se inaugura la exposición del “XVI Concurso de Carteles anunciadores de la Fiesta” en la ermita San Vicente, tras el fallo del Jurado que había otorgado el premio, entre las 29 obras presentadas, al cartel titulado: En la batalla, original de la artista alcoyana doña Patricia Beneyto.

Todos los sábados por la mañana, se ofrecía el programa radiofónico “La Diana”, cuyos realizadores, don Miguel Angel Masegosa y don Ricardo Mora, seleccionaban distintos personajes de la vida festera local o del mundillo de los Moros y Cristianos, para mantener una tertulia con ellos.

El 19 de julio, sábado, la Comparsa Cides, en el seno de su guión de actos para la Capitanía, organiza un concierto de la Banda de Llosa de Ranes, en el cual se realiza la presentación de las marchas cristianas “Manolito Capitá” y “Treinta Cides”, escritas por don Vicente Vercher,  bajo la dirección de don Serafín Martínez.

Y ya el 29 de agosto, se lleva a cabo la presentación de la Revista de Fiestas en los Jardines de la Casa Gran, ejemplar que el presente año exhibía una prolija riqueza de colaboraciones literarias de gran valor, amén de profusión de reportaje gráfico como es habitual. El dibujo de don Vicente Ferrero se hacía eco de una enorme tragedia que sonroja y sobrecoge, ese espíritu de concordia entre razas hermanas, que compartieron este gran solar durante muchos siglos. Razas que legaron, además de una considerable participación genética en los oriundos de este país, una enorme y compleja trama cultural, que se imbrica y entreteje entre las otras culturas que, de tan variada procedencia, enriquecen nuestro acervo, y entre las que se encuentra esta fiesta de Moros y Cristianos que nos ocupa.

Noticias como la que aparecía en todas las publicaciones el lunes anterior a fiestas, deberían ser motivo de profunda reflexión para todos nosotros, me refiero al naufragio de otra patera ocupada por varios magrebíes, suceso saldado con siete muertos que añadir a la ya extensa e infausta lista. No menos infausta, la de arrestos y detenciones de inmigrantes ilegales, procedentes de un tráfico de seres vivos que Abel Matutes, esos días, declaraba verse impotente de impedir.

Si añadimos eso a la noticia de las 20 asociaciones movilizadas en Alicante, para protestar por los ya 60.000 muertos contabilizados en Argelia, creo que merecería una mayor atención del mundo civilizado y, en nuestro caso, a punto de celebrar las fiestas que conmemoran siglos de coexistencia con los árabes, quizá pudiera ser momento para iniciar una íntima revisión de nuestros valores culturales y de nuestro sentido y responsabilidad histórica, para apoyar decididamente una labor más humanitaria y menos ambigua del mundo civilizado, hacia la gran tragedia que se da y la que se avecina en esos paises.

En la presentación salía nuevamente a la palestra otro tema recurrente, la necesidad de historiar la Fiesta a través de las distintas comparsas. Creo que se hace necesario plantearse, al mismo tiempo que se nombra Delegado, Presidente, Tesorero, etc., el nombramiento por parte de cada comparsa de un Cronista. Ello podría facilitar la tarea recopilatoria, llevar a cabo una exhaustiva crónica de todo el año festero, que bien pudiéramos ir atesorando en un archivo informático. Pido a todos los dirigentes de la Fiesta, que por el bien de la misma, no consientan que las futuras generaciones tengan el mismo problema que hoy tenemos nosotros.

El último día del mes de agosto, la comparsa decana del bando cristiano, los Maseros, siguiendo la estela dejada el pasado año por los Tuareg, inauguraba en el “Carreró de les Animes”, a las 19,30 horas, su nuevo local social, con la participación del Alcalde, Presidente de la Comisión, Abanderada y Presidente de Comparsa, amenizado todo ello por la Banda de Mogente. Efectuando la bendición don Enrique Abad Domenech.

El “Información” y el “Ciudad”, con sus habituales números extraordinarios, “La Verdad” y “Escaparate” con su “Guía de Fiestas”, amén de “Onda15”, “Canal 39”, “Radio Ibi” y “Tele Ibi”, se hacían eco del fenómeno festero y se disponían a cubrir todos sus acontecimientos con mayor o menor amplitud.

Nuestro Alcalde, don Vicente García, manifestaba: Las fiestas son como un barómetro de nuestra sociedad, si Ibi y su economía se mueven bien, las fiestas son también esplendorosas. Mientras que don Gonzalo Cortés se congratulaba: Todas las comparsas han incrementado su número de festeros, aunque también vertía estas otras premonitorias palabras: Con los acontecimientos de este año será difícil cumplir los horarios.

También destacaba “Escaparate” otras noticias, la formación de la “Asociación cultural Castell Vermell”, procedente de la conocida agrupación musical, que partía con 30 socios iniciales y con enorme vocación de fomento de la cultura autóctona. El nombramiento del nuevo director de la banda, don Benedicto Ripoll Belda, así como una entrevista a doña María Luisa Seco Vilaplana que, a sus 20 años, ostentó el cargo de Capitana en la Comparsa Contrabandistas en el año 1951, utilizando ese año 50 kilos de pólvora en los disparos y 30 kilos el año siguiente, al quedarse el cargo de “Cop”. Ambas, María Luisa Vilaplana y Asunción Picó Tortosa, fueron las únicas capitanas que, en su día, ostentaron el cargo en nuestras fiestas, no porque, como dice la primera en esa entrevista, exista prohibición alguna, si no simple y llanamente, porque tradicionalmente fue éste un cargo ocupado por un varón, aunque nada hay que impida a una mujer optar a él en el futuro.

Entre las páginas referidas, encontramos también una curiosa apostilla: Cada vez son más los zocos que entienden que la Fiesta no es sólo de unos pocos y se abren con entrañable cordialidad a los visitantes. Este tipo de sugerencias está en la calle, valdría la pena tomar la iniciativa, antes de que exista una enmarañada variedad de actitudes, de promover un debate entre las comparsas con este tema.

Adrián Espí en “Ciudad”, sigue con las referencias a festejos ibenses del siglo pasado, en esta ocasión se refiere a los Moros y Cristianos de 1881 y los de 1886, fecha en que ve la luz una publicación de los textos de nuestras Embajadas. Todo ello obtenido de las correspondiente crónicas aparecidas en el periódico alcoyano “El Serpis”, el cual hace incapié en la participación en nuestras fiestas de la banda “Música Nova” de Alcoy, bajo la dirección de don Juan Manuel Contreras. Este rotativo hablaba así de nuestra población: Ibi es el pueblo sencillo, el pueblo de la hospitalidad, el pueblo que conserva íntegros todos sus afanes por la tradición y sus creencias sin menoscabo. Es un nido de honrados montañeses. Y concluye: Resulta admirable, y sus festejos dignos de la popularidad alcanzada en toda la comarca.

Decía Gibrân Jalîl Gibran: La belleza es la eternidad contemplándose en un espejo. Vosotros sois la eternidad y el espejo.

La Fiesta es la historia de una comunidad adornada con una fantasía ilimitada que se contempla en un espejo, y cuando se celebra, cuando los Moros y Cristianos explotan de color en las calles, son la imagen y el espejo, embarcados ambos en la aventura de crear, la más impresionante explosión de belleza que una comunidad pudiera ser capaz de lograr.

Los Moros y Cristianos han penetrado en las fibras sensibles de cada uno de nosotros, convirtiéndose en un nuevo código de comunicación estética, sus movimientos, su colorido y su rito, son la semántica más creativa y ubícua que posee esta comunidad.

Así, cada año, aprende nuevos signos, nuevos sistemas, nuevas estructuras, para aportar a ese lenguaje que, como una inagotable torrentera, arranca desde la caverna remota de los tiempos y jamás encontrará un mar que lo diluya.

Decía en la película de fiestas del presente año que Ibi convierte cultura en fantasía para poner color e imaginación al servicio de los sueños. Así pues, la Fiesta es una cultura y su tradición secular, se substancia en fuego y música durante el mes de septiembre.

Ese lenguaje expresado a través de la alegría y la liturgia de una dramatización macroescénica, se canaliza en diversos actos de preparación a lo largo de los meses que preceden los días grandes, en los que un buen número de valores y sentimientos, de los que a borbotones se verterán en las calles, encuentran cauce y afloran como sutiles pinceladas a veces, y otras, con la generosidad que el alma es capaz de ofrecer cuando se expresa sin cortapisas.

Todos estos escenarios, de los que ya mencioné algunos, llegan a su cenit el día 1 de septiembre, cuando la Virgen sale de su Camarín y ocupa el Altar Mayor, en el centro de ese enorme dosel con vocación de baldaquino que, como un firmamento que llegase a tocar el suelo, cubre desde la parte más alta del Presbiterio, las espaldas de nuestra preciada imagen.

Y sobre todo, encuentran su punto álgido, el Primer Día de Novena, ya que esa noche se inaugura el alumbrado extraordinario, con un Castillo de Fuegos Artificiales y un pasacalle de la Unión Musical.

Ese mismo día se inauguraba y bendecía, la obra de reforma de la Puerta de San Pedro de la Iglesia de la Transfiguración del Señor. Obra que motivó ácida polémica y malestar notable en la población durante esos días, por considerar que transgredía el valor histórico de la misma. También manifestaron su disconformidad algunos miembros del Consistorio, no en balde es un edificio protegido. Pero una vez más, no voy a entrar si para bien o para mal, ese no es el objeto de la crónica, todo se diluyó a los sones de las marchas y se olvidó cuando la cotidianeidad se apoderó de todos.

Los Piratas retomaban la celebración de su Cincuentenario, inaugurando poco después, una retrospectiva exposición de imágenes y objetos de la comparsa, que abarcaba desde la fotografía de aquel famoso bajel que les sirviera de nacimiento, hasta las más recientes instantáneas. Más de 900 fotografías y 400 objetos de distinta índole y procedencia, se habían recopilado para mostrar a la población, lo que los Piratas han sido a lo largo de estas cinco décadas.

También se estrenaba el sainete “Estic mort de son”, escrito por don Salvador Castelló, puesto en escena por el grupo “Ni pa huí ni pa demá”. Estreno que fue recibido extraordinariamente por el numeroso público que disfrutó de unos deliciosos minutos, viendo reflejados y relativamente satirizados en el escenario, muchos de sus comportamientos, pensamientos y actitudes en la Fiesta.

El Ayuntamiento, como todos los años, colaboraba en crear ambiente y buenas expectativas, con los encierros de reses bravas y dos conciertos de música moderna, los de “Dover” y “Amistades Peligrosas”. El primero de ellos adquirió una especial significación, habida cuenta de que buena parte de la recaudación, fue aportada por los miembros de ese grupo musical para la compra de una ambulancia para la Cruz Roja, esfuerzo en el que, además del Ayuntamiento en su parte más significativa, estuvo implicada la Comisión de Fiestas, cediendo, por ejemplo el importe del habitual refrigerio que se ofrecía tras la Exaltación Festera.

Dos días después, una iniciativa que comenzara el pasado año, parecía querer consolidarse, la cena de hermandad de ex-capitanes que se celebraba nuevamente.

Ese mismo día tenía lugar el acto central del Cincuentenario Pirata, configurado fundamentalmente como un homenaje hacia los personajes que, en un momento u otro, lideraron de algún modo la historia de la comparsa. Se celebró en el Salón de Actos de la Casa de la Cultura, y hubo un momento en que el escenario albergaba todas las abanderadas, capitanes y presidentes en vida.

La comparsa Almorávides homenajea en ese mismo foro a uno de sus fundadores, don José Miguel Amorós Pérez, con un concierto dirigido por don Benedicto Ripoll Belda y el estreno de la marcha mora “Camps de Festa”, original del compositor don José Chafino Mira. En el acto se concede el título de “Almorávide de Honor”, a título póstumo,  a este festero y buen amigo del que suscribe estas líneas. Por su vinculación a nuestra Fiesta, he querido reproducir aquí unas estrofas de las pronunciadas en este acto:

…¿Qué no fuiste en los Moros y Cristianos Miguel?

         Allá donde alguien necesitaba una mano,

         encontraba tus brazos, tu corazón y tu alma entera…

 

        …La Fiesta de Ibi, nuestra comparsa,

        siempre contendrá en su génesis tu alma,

        tus ilusiones, tus proyectos y tu esencia cristalina…

 

El día 9 de septiembre, los Tuareg celebraban también un acto, que ellos mismos denominan como “Exaltación al Capitán Moro”. Su eje es un concierto de la Unión Musical de Ibi, incluyendo temas como “De la Alpujarra al Moncayo”, escrita por el recordado maestro don José Viudes Sevila, y la presentación de la marcha mora “Manolo Tuareg”, escrita por el joven autor don Jaime Agulló Sánchez.

Con el habitual concurso de “Guiñot i Cau”, “Chinchón y Dardos” del domingo, y la “Cena y Verbena del Fester” que tiene lugar, a partir de las 21 horas del 10 de septiembre, en la Glorieta de España, Ibi se encuentra abocado y predispuesto para abordar los días de Fiestas Mayores.

Después de tan intensa preparación, no obstante, como decía Aulio Gelio: Veo la barba y el manto, pero todavía no al filósofo. Nosotros habíamos visto la música, la risa y el color, pero eso, aún, no era la Fiesta. Puede que nos la sugiriera, pero los Moros y Cristianos son una conjunción tan compleja de estímulos, acontecimientos y emociones, que resulta imposible conocerlos, si no se viven en toda su amplitud e intensidad.

 

EXALTACIÓN FESTERA

 

Era tierra muy temprada, sin grandes calenturas.

          Non es tierra en el mundo que haya tales posturas,

          árboles de fruta siquier de mil naturas

         non seria de azeite en mundo tan fallados

         de aquestas cosas habia pueblo muy abastado.

 

Ibi y una glosa de su circunstancia histórica, como escenario de una lucha entre los caballeros de la cruz y los de la media luna, sirvió para rendir un homenaje escénico y dramático, a los veinticinco años que el acto de la Exaltación Festera, está presente en nuestro guión, con textos escritos por el que suscribe, intercalando algunas estrofas de conocidos escritores medievales, y la preciosa colaboración del “Grupo Font Viva” y de la “Colla de Donçainers El Sogall de Castalla”.

Recreando la argumentación de las mismas fiestas, ocupación cristiana, ocupación mora, luchas y sumisión a la Virgen de los Desamparados, durante quince minutos aproximadamente, el público se dejó transportar a un mundo de fantasía repleto de referencias familiares.

Después, tuvo lugar el acto en su tradicional formato, con la única salvedad de que los directores y guionistas que, a lo largo de estos veinticinco años, se hicieron cargo del acto, así como el Presidente de la Comisión de Fiestas que lo propició, recibieron un sencillo homenaje, ofreciéndoseles unos recuerdos de la noche de plata de este acto.

El Mantenedor fue una entrañable personalidad de nuestra Fiesta, don Enrique Picó Vicedo, intérprete desde hace algunas ediciones de la Entrada del Contrabando que, el presente año, había sido ordenado sacerdote. Comenzaron así sus palabras: Tembloroso vengo ante vosotros con las manos vacías, pero henchido de ilusión el corazón. Anticipo de una alocución cargada de sentimientos festeros, entre los que brillaron sus experiencias y su contacto con los valores de nuestros Moros y Cristianos: La ilusión, la constancia, el sacrificio, la dedicación vuestra y de vuestros seres queridos durante todo un año, es el humus, es el sustento vital del que se nutre la “nostra festa”.

El acto finalizaba con el concierto de la Unión Musical de Ibi, dirigida por el nuevo director don Benedicto Ripoll Belda, y la colaboración del “Grupo Castell Vermell”. Interpretaron piezas de distintos compositores ibenses o relacionados con Ibi: José Viudes Sevila, Benedicto Ripoll Belda, Ernesto Nadal Eixeres, José Chafino Mira y Benedicto Ripoll Martínez, éste último, director de la banda hasta hace muy poco, recibió un obsequio por parte de la Comisión de Fiestas, igualmente, el presidente saliente de la entidad, don Victoriano Guillem Vicedo, fue objeto de un recuerdo por parte de los organizadores del acto. Ambos, durante muchos años, estuvieron ligados a nuestra Fiesta, iniciando un camino y consolidando unos fuertes cimientos en la agrupación musical que, sin duda, hoy encontró excelentes y entusiastas continuadores de su labor.

 

DIA DE L’OLLETA

 

Por fin, la última noche del Novenario es el prólogo más chispeante que uno sea capaz de imaginar. Tras izar las banderas y rezar el Angelus, el Alcalde exhorta a sus paisanos, a embarcarse en una aventura anual, no por repetida, menos estimulante.

Después, cada una de las bandas titulares de cada comparsa, interpretarían una pieza e iniciarían un pasacalle. El presente año, este acto se enfocó como un concurso de música festera, algo de lo que quizá se estaban resintiendo nuestras fiestas, tradicionalmente revestidos y aposentados sobre una gran base musical que, en otras épocas, distinguió especialmente nuestra localidad.

Espumaba de sonrisas y charlas alegres la calle. Los colores de la Fiesta la abrazaban toda con el apelmazado brillo de las luminarias nocturnas. Ibi se reencuentra con sonidos que sólo se escuchan esos días, sonidos que el paréntesis del año no logró hacernos olvidar. Se llenan los establecimientos, cafeterías, restaurantes, bares, mientras vuelven a la vida los zocos, híbridos de fábula y realidad, con pinceladas de la particular estética de esos tres días, entre medieval y verbenera. Todo parece destinado a envolvernos en una nube mágica, como si de repente nos transportara a una película imaginada y realizada por un pueblo, a fin de derramar y derrochar todas sus fantasías.

Cerca de la medianoche, se descorcha una gran botella del ingenio y la hilaridad. El júbilo se troca travesura y la diversión en incontinencia, el alborozo en desenfado y la broma en trapisonda. A esa hora, seguramente, todo Ibi acordona el itinerario del jocoso desfile o participa en él. Todo se espesa y abigarra durante unas horas, para irse diluyendo a eso de las dos de la madrugada en la Plaça de la Palla. Nos esperan fascinantes jornadas.

 

LA DIANA

 

A la noche más inconsecuente del año, le sucede el más armónico amanecer. A partir de las ocho en punto de la mañana, tras los nueve toques que nos refieren el Rescripto Papal que proclamaba el día 9 de septiembre, como fiesta de la Virgen de los Desamparados de Ibi, mientras que la voz de bronce de las campanas y el olor de la pólvora que con un repiqueteo de estampidos, serpenteaba los pies de nuestro monumento, los Moros y Cristianos consagraban su fondo épico a la Patrona. En un marco dorado y de grandes lenguas, desde el fondo de un Altar visible gracias a las puertas abiertas del templo, contempla nuestra Patrona la primera gran cita de nuestra trilogía, omnipresente también, bajo el dosel que Santa Lucía aporta a ese icono que arropa en su seno, a un moro y a un cristiano en fraterno abrazo.

Cuando el sol aún plomizo ya escapaba a su propio desperezo y, el público, cada vez más numeroso, se llenaba de múltiples emociones festeras, el nuevo Sargento Cristiano, don Vicente González Quintana, un tanto frío debido a la emoción de esta primera “arrancá”, abría con su escuadra de Cides, la Diana del año 1997.

Escuadra tras escuadra perfectamente uniformadas tomaban contacto con la música, su traje, la Fiesta, la Patrona, en este acto que define como ninguno, el origen de los Moros y Cristianos, su fondo religioso, su voluntad de sacrificio hacia el pueblo y su vocación de bastión de la alegría que, como desbocado torrente de sentimientos, se dispone a fluir generosamente estos tres días.

 LAS ENTRADAS

       

A media hora escasa del mediodía y procedentes desde todos los puntos de la población, comienza a brotar la vanguardia de la capitanía cristiana, Cides, don Manuel Gómez Calcerrada Suárez como indiscutible protagonista.

La bulliciosa amalgama de colores, brillos y risas, comienza a tomar forma en la calle Joaquín Vilanova y, un tanto pesadamente, inicia un recorrido para el que muchos han estado trabajando todo el año.

Metales, adargas, lanzas, blasones, guiones e inimaginables atuendos configuran sus formaciones alrededor de carrozas, en el seno de las escuadras o en los boatos. Comienza el derroche de la fantasía ibense.

Extraordinariamente compactada desfiló la comparsa Cides que, de principio a final, fue un aula de ingenio y estímulos que nos remitían a un sueño de castillos y monasterios medievales, cerrando el bando con su Abanderada precedida por una hilera de campanas doblando sin parar.

Virtud esa, la de compacidad, que no sería compartida en el resto del desfile, aunque ese problema se acusara más en la Entrada Mora, debido, fundamentalmente, a un exceso de bandas, ya que, si bien la música es el alimento espiritual de esta fiesta, casi podríamos decir su sangre, no podemos caer en el exceso, esta es una circunstancia que provoca notorias separaciones para evitar que se mezclen los sonidos, o para evitar que se confundan las escuadras que no llevan una banda tras de sí, cada vez en menos número.

Es lógico que Abanderadas y Capitanes, así como sus séquitos y boatos que pretenden realizar determinados alardes musicales, sean favorecidos para ello y hasta ayudados por sus respectivas comparsas, pero el resto de las innumerables escuadras, excesivas también, debido a la nefasta costumbre del doblete, deben tener perfectamente reglados el uso y porcentaje de bandas. El doblete es un innecesario abuso también que sólo debía ser permitido en casos concretos, como una escuadra de capitanía o de acompañamiento de Abanderada, estableciéndose algún medio de control para ello, si es que queremos mantener nuestra costumbre tradicional de salir todos los componentes en escuadra. Sobre lo cual he de recordar que en nuestros estatutos, se limitaba el número de escuadras de cada comparsa.

En otro orden de cosas, sería lamentable que se perdiese esa información de años atrás que facilitaba las piezas a interpretar de cada banda en las Entradas, eso permitía considerar ambos actos como grandes conciertos de música festera, obligaba a las bandas, o a la mayor parte de ellas, a preparar su actuación e impedía que se repitiesen indefinidamente los “Chimo”, “Kábila”, “Caravana”, “Víctor”, etc., que si bien son maravillosas piezas musicales de nuestro patrimonio, su abusiva interpretación, muchas veces por bandas de una veintena de componentes que han realizado dos o tres entradas, terminan por aburrir y degradarse. Y por último, ese folleto, dejaba constancia de estrenos de marchas y otros acontecimientos musicales que se daban en el acto. Espero por el bien de la Fiesta que no se pierda esa extraordinaria idea que fue en su día esta información.

Es de destacar el extraordinario estreno de la nueva comparsa Templarios que, con su casi medio centenar de integrantes, en su mayoría mujeres, parecen dispuestos a aportar un talante de rigor en el acto y de alegría fuera de él, características ambas esenciales para una concepción sana de la Fiesta.

Sus túnicas blancas y su heráldica de leones rampantes, abrazo de caballeros y cruces, en colores rojos o negros, había hecho su aparición en la Diana, pero se bautizaba ahora, asomando por vez primera ante el gran público, en una Entrada que tuvo una duración aproximada de tres horas, alargándose unos 20 minutos sobre el horario previsto.

Con cierta precipitación, debido al menor tiempo obtenido para la comida del mediodía, se vuelven a poblar las tribunas a las cinco de la tarde. El cielo agriaba su azul, ofreciendo un desconcertante aspecto, tanto es así que la comparsa Tuareg, veía como algunas gotas mojaban levemente sus turbantes y túnicas.

Cides y Tuareg, son dos comparsas que caracterizan su capitanías por la participación incondicional de sus miembros, por la gran colaboración recibida al preparar las mismas, por ofrecer más ingenio que desembolso económico, obteniendo siempre inmejorables resultados.

Don Manuel Blázquez Moraleda, acompañado por su esposa, apareció erigido sobre la estela de una gran flecha dorada de múltiples puntas, como los caminos incontables emprendidos por la doctrina coránica.

Los colores característicos de esta comparsa, blanco, azul y negro son el alma estética de esta multitudinaria exteriorización de Fiesta. Casi hora y media consumió el desfile de sus numerosos componentes.

Casi otro tanto necesitaron los Piratas que, en plena celebración de su Cincuentenario, estrenaban ese día su traje, igualmente aparecido por vez primera en la Diana, y, ahora, puesto de largo ante la población entera. Un traje que recoge múltiples referencias a todos los utilizados por la comparsa a lo largo de sus cinco décadas de vida. Sus 90 componentes se convertían este año en 170 participantes. En una serie de carrozas, fueron acompañados por las 34 abanderadas y los 12 capitanes vivos que jalonan su historia, así como por los fundadores.

También es de destacar la aparición por vez primera del traje femenino de la comparsa Beduinos, que espero contribuya a animar o mejor, a contrarrestar, la relativa frialdad en que se encuentra la actual participación oficial femenina en las distintas comparsas.

Treinta y cinco minutos más del horario previsto necesitó la Entrada mora. Quizá ese dato no se corresponda con la aparente fragmentación que se apreciaba en el tramo final de la Entrada. De la cual, no creo tengan la culpa los ballets, que quizá necesiten mayor regulación en sus tiempos, delimitando claramente su horario en determinados puntos de referencia, ni mucho menos los Cabos batidores que, por el contrario, embellecen y oxigenan la Entrada, siendo un elemento indisoluble y característico de una escuadra. Antes bien creo que es un problema de planificación de las bandas de música y, quizá, un cierto relajamiento organizativo en las primeras comparsas que, después, cuando vienen los apresuramientos, los apremios de los distintos tramos, sin una concepción global de todo el desfile, provocan una especie de efecto acordeón, con las subsiguientes diferencias en los ritmos de cada cual.

De todos modos y como Eugéne Delacroix, yo diría: Hay dos cosas que la  experiencia debe aprender: la primera, que es necesario corregir mucho; la segunda, que no hay que corregir demasiado.

Lo ocurrido ese día, preñado y exultante de innumerables instantes que son, cada uno de ellos, un regalo para nuestras retinas, me recuerda las palabras de Goethe: Le diría al instante ¡Permanece, eres tan hermoso! Una exaltación de la belleza que se configura con la fantasía y los sueños de muchos ibenses que revientan de emoción en la calle. Recuerdo las palabras de Julio Vilaplana: El problema es cómo soportar la emoción que siento. Eso es el verdadero acontecimiento y no los errores que en algún momento se hayan podido cometer.

Un  acontecimiento que haría resaltar a Joan Romero, visitante de gala esos días: La imaginación desplegada por todas las comparsas y la masiva participación de todo el pueblo”, y a don José Sanus, alcalde de Alcoy y miembro del Congreso de Diputados: El alarde de orden, de color y de música de una celebración.

Ambos espectadores excepcionales, junto a don José Beviá, vicepresidente tercero del Congreso, aparte de magistrados, directores generales, numerosos miembros de la UNDEF, entre los que se encontraba don Antonio Torreblanca, su presidente, también el Capitán de la Guardia Civil de Alcoy, el diputado provincial don Miguel Peralta, la diputada autonómica doña Carmina Nácher y 40 alcaldes de toda la zona.

“Información” exhibía al día siguiente el titular:

Participación multitudinaria, 5000 festeros y músicos cautivaron al numeroso público que disfrutó del brillante acto oficial de las fiestas patronales.

 

SÁBADO, 13 DE SEPTIEMBRE: PRIMER DÍA DE TRONS.

 

Este segundo día, amanece con una cierta resaca de fiestas. No me refiero a esa otra resaca física que seguramente también estaría afectando a algunos, si no a esa necesidad de reencuentro consigo mismo que se siente, cuando se sale de algo vivido con extraordinaria intensidad. Es como si la Fiesta encontrara su cauce después de haberse visto desbordada por una enorme tormenta de estímulos.

Tras la concentración ante Ayuntamiento viejo, hoy felizmente reconstruido para albergar nuestro Archivo Histórico, después de que las notas de las bandas recorriesen encerradas en su propio eco las solitarias calles, la Misa del Fester parece volvernos a centrar en la realidad que estamos viviendo. Los Moros y Cristianos siguen y todo está dispuesto para que las dos jornadas restantes sean de inigualable hermosura.

En la Misa se lleva a efecto una singular ofrenda, el Pirata de más edad, don José Martínez, y el más joven, Paula Pérez, en los brazos de su padre, donaron a la Virgen un turbante y la medalla de oro conmemorativa del Cincuentenario. Hermoso momento sellado por un emocionado beso del primero, fundador de la comparsa, a la pequeña, como un testigo de cariño por la Fiesta y por la vida que allí pasaba de manos.

El Desfile Infantil, al que no hay modo de regular el acompañamiento de los padres que, en algunos tramos, asfixia agobiantemente a los verdaderos protagonistas, ha ido adquiriendo entidad y cuerpo. Casi todas las comparsas recalan en él e intentan darle la dignidad merecida, aunque el presente año, la tradicional escenificación de los Maseros estuvo menguada.

Los futuros festeros, protegidos y avalados ostensiblemente por la actual Comisión de Fiestas, se entregaron con entusiasmo y rigor, como siempre, a su acto, haciendo las delicias del numeroso público que abarrotaba las tribunas.

Terminado el alarde de los más jóvenes, se celebra la Entrada del Contrabando, por segunda vez interpretada por el nieto del recordado “tío Cagamistos”, teniendo como interlocutor, una vez más, a don Enrique Picó, Mantenedor el presente año de nuestra Exaltación, ambos, a hombros de la excelente sintonía que tienen con el público, intercalaron abundantes disgresiones que los espectadores celebraron alborozadamente.

A eso de las cinco de la tarde y desde el Doctor Waksman, arrancan las hileras de fuego. La arteria central de la población, la que en su día significó el ensanche del pequeño Ibi rural, se envuelve en humo y descargas, como lenguas de fuego que miran al cielo o se arrastran por el suelo. La ceremonia de sacralización del fuego en los Moros y Cristianos, requiere el contacto con el Ibi ancestral y el actual, el cotidiano, todo el mundo debe saber que hoy arde abrazado en el epicentro de la batalla. Así es como se cumple el rito, así es como se conmemora el legado recibido, así es cómo, figuradamente, se liberan de las fuerzas del mal. Fallas, Hogueras, Semana Santa, Correfuegos, La Mahoma, La Cucafera, etc., son otros modos para que los distintos pueblos valencianos inmolen el mal, lo sacrifiquen y purifiquen por medio del fuego, y así que tras esta Fiesta, renazca prístino lo mejor de cada uno de nosotros, a fin de abordar el año. No sé si se consigue, pero ese es el simbolismo. Cuidémoslo.

El Embajador Moro se acerca al Castillo para celebrar su Embajada. Es el eje vertebrador de la trilogía, la argumentación de todo lo que se está viviendo. En la Embajada escuchamos con palabras lo que la Fiesta en estos tres días expresa con símbolos. La dramatización de estos tres días se condensa en estos dos actos de quince minutos cada uno, para arrancar del pecho de los espectadores, por medio de la palabra, todos esos sentimientos que se han ido almacenando y que brotan así generosamente.

La Ofrenda de Flores es cada vez más multitudinaria. Al aumento considerable del censo festero, que se ha correspondido con un aumento de la participación femenina, se le unen la intervención de nuevas entidades o la ampliación de las habituales, así, por ejemplo, el presente año, a la Cruz Roja, Hermandad de Lourdes, Asistentes Sociales, Asociaciones, Rondalla, Policía Municipal, etc., se unía la FAVI, o sea la Federación de asociaciones vecinales de Ibi. Concluyendo como siempre con la Comisión de Fiestas.

Un enorme ramo con miles de tonalidades y texturas abraza el pié de mármol del monumento, sobresaliendo su mirada placentera de bronce, casi a la altura del más alto tejado de nuestra ciudad, que desde la falda de Santa Lucía se abre y descuelga como un gran manto de vida. Mientras que desfila el pueblo entero por las calles, el sacerdote reza y las campanas se lanzan al vuelo.

 

DOMINGO, 14 DE SEPTIEMBRE: DÍA DE LA PROCESÓ.

 

Decía Talleyrand: He aquí el comienzo del fin. Quizá ese último día siempre se emprende con el sabor del final cercano, pero pronto, la magia de una Fiesta que tiene muchas cosas que decir y ofrecer ese día nos envanece, y consigue atrapar en ella todos los sentidos.

La mañana aparece hermosa de los cuerpos brumosos que descansan sobre las montañas cercanas. El tapiz de la niebla hace que el amanecer de la población sea lechoso y lleno de innumerables lentejuelas que, como chispas fraguadas en una noche de fuego enterrado, centellean allá donde una gota de rocío resiste su evaporación.

Un grupo de Chumberos hace rato ya que andan por Santa Lucía para apresar al Moro Traidor, don Francisco Román Pina Torró.

La Guerrilla y la humareda de los arcabuces parece querer prenderse de las guedejas de las brumas, quizá temerosos de que su marcha diluya ese ambiente de corazón de la batalla que se forma esa mañana, como una gran carpa de fuego y humo que atrapa y disgrega cada rayo de sol.

El Cop cristiano, compartido por Claudio Crespo y José Arques de la comparsa Maseros, adquiría un frenético ritmo, fruto de una palpable experiencia en el menester, mientras que Fulgencio Torregrosa, Cop moro de los Chumberos, era referencia de todos con su periódico, incansable y periódico trueno. Ambos interpretaron, cada cual con su enfoque bellos momentos de Fiesta.

Después, los, paulatinamente, más experimentados intérpretes del “Juicio Sumarísimo y Fusilamiento del Moro Traidor”, hacían pasar un valioso momento para todos sus incondicionales que, a pesar de lo temprano, nos concentramos allí para que su simpatía nos predisponga a una inolvidable jornada.

La Solemne Misa Mayor, con la participación de la Coral crevillentina, es el punto de encuentro con la Patrona ese día, a Ella se le dedica. Domingo siguiente al 9 de septiembre, la jornada que el Rescripto Papal expresaba para celebrar las solemnidades exteriores, es decir la Procesión.

El Alardo estremece nuevamente, por la tarde, al mismo corazón de la piedra. Suspende el paso del tiempo y escribe con la pluma de fuego sublimes momentos de Moros y Cristianos. La confrontación que dio argumentos a esos días está tocando a su fin. El Embajador cristiano reza y tiembla, llora y se estremece, vibra y ordena, ruge y amenaza, el pálpito atávico del corazón ibense se aprieta en un puño, para dejarse galvanizar por unos sentimientos prendidos en el tiempo, y que se resiste a verse sacrificado en aras de un futuro material.

Con este acto, los Embajadores Ricardo Mora Bernabeu y Miguel Angel Masegosa Losa, se despedían del cargo. El aplauso unánime del numerosísimo público que se congrega en los aledaños del Castillo y en las tribunas de la calle Colón, quería trasmitirles el cariño que, sin duda, ambos despertaron, por su juventud, su vehemencia y su entrega, a lo largo de seis años. Sin duda, ambos tienen aún mucho que ofrecer a esta Fiesta que hoy les tributa su agradecimiento.

La “Vuelta al Castillo”, con una enorme muchedumbre apretándose en las cercanías de nuestro viejo monumento de madera, nos remite a una apuesta de futuro que jamás debe interrumpirse. Don Victoriano Pastor Rico, por la comparsa Mozárabes, y don Enrique Montesinos  Gozalbo por los Mudéjares, adquirieron el compromiso de las capitanías para el año 1998.

La Procesión, al fin, es la receptora de todas las emociones liberadas esos días, el silencio, el aplauso y las campanas, las largas miradas, los vacilantes cuerpos, forman parte de esta consagración de los Moros y Cristianos hacia quien los preside, los justifica y los posibilita.

La Virgen de los Desamparados sale arropada por las campanas, por el aplauso y por miles de pupilas. Se desliza con un siseo de ropajes y respiraciones agolpadas, a veces atropelladas, por las calles de la población, mientras que la gente se deja arrebatar su conciencia por un aluvión de brillos dorados y lirios blancos.

Al llegar nuevamente a la Plaça l’Esglesia, mientras que las campanas volaban de nuevo para anunciar Su llegada, adelantándose incluso a la lectura de los versos de don Antonio Castelló, que antes de iniciar el ascenso por los  raíles la despedirían hasta el año próximo de las calles de Ibi, una multitud se abigarraba en las inmediaciones, para asistir a los últimos momentos de nuestras fiestas. No obstante las sentidas estrofas de la oración expresamente escrita para este momento, vibraron en el templo de la noche:

Haz, Señora, que se acalle el estrépito de las armas y la guerra, y que sólo suene el constante trajinar de los talleres y las fábricas. Cambia los mortíferos ingenios que destruyen y aniquilan, por las artes inocentes de la infancia; el llanto en risa alegre; y el odio, ira y rencor, por el amor que de Ti viene.

Tras ese momento que conjuga el intimismo de los pechos apretados, mientras la Virgen vuelve a Su Trono, con la multitudinaria interpretación de los cánticos y las oraciones compartidas, el gran Castillo de Fuegos Artificiales trepa con pinceladas de color el gran hogar de las estrellas.

Es necesario no olvidar lo dicho, si la Crónica merece la aprobación de la Asamblea, rogaría que se tuviesen en cuenta sus puntualizaciones, no como un paradigma, si no simple y llanamente, como una observación a nivel de festero, o si se prefiere de ciudadano de a pie, que pretendo sea lo más objetiva posible, ya que así me lo exige el cargo que la Fiesta me otorga.

La Entrada, aparte de lo dicho, y la Procesión igualmente, son dos actos que necesitan una visión global de su transcurso en el momento que se están produciendo, alguien debe de estar libre del tramo concreto, y estar pendiente de las preguntas, las solicitudes de los distintos organizadores, para que no ocurra que alguien tome una decisión de parar o apresurar cuando no se deba, o incluso, que se suspenda una decisión por el desconcierto de la premura.

Decía Antonio Gala: Todos tenemos un momento de oro en que se nos concede la felicidad. Luego, unos nos quedamos con el momento, otros con el oro. Quedémonos con el oro de estas fiestas, pero trabajemos para que todo lo bueno aportado por anteriores comisiones, nos permita darle a nuestra Fiesta ese entorno áureo que nos exige. No podemos basarnos en una experiencia de cuatro años para entender la compleja trama organizativa de una Fiesta que, además, puede presentar diferencias entre ediciones. Hemos de recoger todas las anteriores experiencias, como manifestaba nuestro Presidente en su Salutación del año 1996, sacar su enseñanza y aplicar sus conclusiones. Decía Eugenio d’Ors: La frondosidad de un árbol viene de aquellas ramas que a su tiempo le fueron podadas.

El presente año la configuración de los premios otorgados por la Comisión sufrían cambios. Se ha creado el premio a la mejor comparsa en el Disparo, se suprimen el de mejor boato y mejor carroza. Otorgándose también un premio para la Banda de Música ganadora del concurso celebrado el Día del Pregón.

Este último premio sorprendentemente ha motivado polémica entre los mismos organizadores, pensando que no resultó lo idóneo que debiera. Decía Dante: Faltan fuerzas para la alta fantasía. Puede que su organización no haya sido la adecuada, pero la solución no es suprimirlo, hay que ser ambicioso y creativo, la calidad interpretativa fue buena, el concurso como tal fue un éxito. Ibi siempre se caracterizó por rodear sus fiestas de una excelente y abundante fantasía musical. Estos últimos años y más concretamente, tras desplazarse el Pregón desde el mediodía del sábado al viernes, antes de la “Nit de l’Olla”, Ibi viene arrostrando un déficit de actos de música festera en el seno de la misma Fiesta, con participación multitudinaria, ya que los conciertos anteriores, excepto en el caso de la Exaltación Festera, tienen un público predeterminado. Cambiemos, si es que se considera necesario, la configuración de ese concurso, démosle solución a ese problema de la falta de público en el Pregón, pero en lugar de suprimir el acto, potenciémoslo, démosle mayor entidad, los Moros y Cristianos de Ibi lo necesitaban.

El “Día del Descans”, dos jóvenes prendían fuego al tenderete de un hombre de nacionalidad marroquí, con apenas 20 años de edad, que dormía en su interior. El puesto se dedicaba a la venta de prendas de vestir, causándole pérdidas por valor de dos millones de pesetas. Hubo de intervenir la Policía Local, la Guardia Civil y los Bomberos. Es la cara y la cruz de unas fiestas cuyo objetivo final es la concordia entre las gentes, pero que, evidentemente, no logra arrancar de cuajo, ni mucho menos, las vilezas que pueda contener una parte de la sociedad. Después de todo aparece la pregunta del millón: ¿Qué hay de todo lo expresado en la calle esos días?.

Otro acontecimientos de esa jornada, merece ser mencionado, se trata del fallecimiento de Francisco Alberto Tortosa, chumbero y contrabandista durante muchísimos años, y componente de la Unión Musical durante 56, sufrió un infarto cuando se disponía a asistir a la Santa Misa que ese día se ofrece por los cofrades difuntos. La Unión Musical participaría oficialmente en su sepelio que fue celebrado el día siguiente.

Pasadas las fiestas, la alerta por peligro de incendio anterior a estos días, se trocaba en alerta por peligro de fuertes lluvias, las estadísticas puntualizaban la participación en la Entrada de 470 mujeres y 1.122 hombres en escuadras, con un total de 3.160 personas entre boatos y escuadras, más 4.150 músicos, 26 caballos y 32 carrozas, y el periódico “Información”, destacando la alta afluencia de espectadores, publicaba un elocuente titular:

Ibi concluyó ayer las fiestas más vistosas de los últimos tiempos.

No queramos sacar las plantas de los tiestos, esto es así, la realidad es que nuestras fiestas son inigualables, cada vez más hermosas, por ello me felicito como ibense y os trasmito mi felicitación a todos vosotros por ser los artífices e intérpretes de nuestros Moros y Cristianos.

 

JOSÉ MARÍA RAMÍREZ MELLADO

Cronista Oficial de fiestas de Moros y Cristianos de Ibi

          

 

 

 

 

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